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Es una de las poblaciones con mayor encanto de los que componen la sierra de San Vicente, reuniendo un conjunto monumental muy interesante, pues los edificios que almacena así lo demuestran. La parroquia de San Cristóbal se edificó a comienzos del siglo XVI, en 1509, desconocienéndose el arquitecto que la proyectó, aunque no falta quien diga que fue Herrera. Aunque la participación de Gil de Hontañón está documentada. Es de sillería con una sola nave, de estilo gótico, aunque la portada es renacentista, con un gran arco de medio punto. Posee varías joyas pictóricas, pues los retablos de San Roque (atribuído a Juan Correa de Vivar), el de Santa Lucía y otro retablo atribuido a Pedro Berruguete, tres obras de arte que deberían ser mucho más conocidas. Hay que mencionar el soberbio púlpito de estuco blanco estilo mudéjar, otro púlpito de de diferente estilo hecho de hierro; la pila bautismal, la sacristía, obra de Alonso de Covarrubias, y el retablo mayor, presidiendo la figura de san Cristóbal.