Es de reciente construcción y está dedicada a
San Policarpo, obispo de Esmirna en el siglo I.
Posiblemente conoció a alguno de los discípulos de Jesús. Fue perseguido por su fe y arrojado al estadio para martirizarlo. Lo ataron a un poste sobre una
pila de leña y le prendieron fuego. Al ver la muchedumbre que el fuego no le hacía daño, uno de ellos le apuñaló.
Los antiguos habitantes de Calera, trabajadores de la cal, le aclamaron como su
santo patrono para que les librara de sufrir accidentes o de morir quemador por la cal.