Que recuerdos, después de
comer, repaso a la
bicicleta, esperar la digestión y venga
carretera de la
estación, y, una vez esquivados los "abrojos" de la senda, ya estabas. En esa época éramos "privilegiados", pues no habia en casi ningún
pueblo a la redonda una
piscina, y venian los domingos a bañarse aquí.
Ole las marcas de salitre, pero que me quiten lo bailao. VIVA
EL ROMERAL