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EL ROMERAL: Pasamos, varios breves momentos, por las manos asidos...

Pasamos, varios breves momentos, por las manos asidos y nuestros ojos en miradas fijas, pendientes el uno del otro. Las palabras callaron en los labios entreabiertos y mi pecho lo escuchaba alborozado, henchido de orgullo, de haber merecido un amor como el tuyo. Al cabo de tiempo, dejé de mirarte; para poder verte, descubrí tu rostro sonriente, ¿sonrisa timida? ¿sonrisa valiente?, miré tu pecho, tambien agitado y al levantar de nuevo la vista, en un segundo beso nuestros labios se encontraron.Bajamos del cerro andando, cogidos de la mano, en silencio, más en el primer recodo del camino, al unisono, de reojo los dos miramos, miramos al molino. A sus brazos en aspas cruzados, a sus troneras, la capucha con que cubre su cerebro de piedras y palos, y los dos nos sorprendimos al descubrir que con un guiño, complice, agradecido, a sus ojos ( hacia mil vientos orientados ), los dos le dabamos las gracias, al creer uno por uno, ser su complice y de su ayuda haberse beneficiado.Creí ver su armazón girar, orientar velas al camino.Creí que oí sonar, la maquinaria del molino.Mas tarde comprendí, que era amor el movimiento, que era amor el sonido, que eras tú mujer mía el motor de mi molino. Goyo.