Los corrales de las ovejas de toda la vida, debajo de la piscina, estaban fuera del pueblo cuando se hicieron, y cuando creció el pueblo los tuvieron que trasladar o quitar, y si ahora toca crecer por el Santo, pues tendrán que actuar de la misma manera. Y que conste que a mi no me molestan los perros y vivo por alli. Pero el respeto a los demás es lo último que se pierde.