Me sorprende que gente ilustrada como es tu caso, cuya devoción y talante democrático damos por supuesto, como el valor a los reclutas, se dejen llevar por esa corriente tan propia de nuestros días que consiste en tomar a guasa las convicciones de los demás. Gente que suelen ser culturetas o abogadillos, o las dos cosas a la vez, que no se quedan en la crítica sincera y saludable de las opiniones del prójimo, lo que sería en principio respetable, sino que tratan de ponerlos en ridículo, quedando ridiculizados ellos mismos, yendo, cual reo a la horca, a los puestecitos de antaño en Feria de nuestro queridísmo pueblo, a ejercer de muñequito, para que le lancen pelotas a ver si cae. Realmente, patético.