La administración prefiere el dinero rápido conseguido mediante multas más o menos injustas o ilícitas que el beneficio que podría obtenerse -en forma de puestos de trabajo- de una actuación suya más acorde con el espíritu de servicio al
pueblo que deberían seguir.
Así nos va:
pan para hoy (y para algunos), hambre para mañana para la mayoría, y lo peor y más contraproducente, es que, cuanto más hambre pasemos los sufridos contribuyentes, más hambre pasará el estado (opresor).
Buenas tardes.