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OCAÑA: Empieza una de las épocas más importantes de la historia...

Empieza una de las épocas más importantes de la historia reciente de nuestro país. Tenemos que decidir que hacemos con el futuro de nuestras vidas. Hartos de 4,5 millones de parados, hartos de oír amenazas de rescates, cansados de esperar ver la luz… que no se nos olvide el fin de la violencia, sin entrega de las armas por supuesto…

Me acuerdo cuando era crío y tenía una vecina, la Mari, que decía que, si le dejaran a ella, arreglaba la escalera de cabo a rabo. Era una señora de postín, con buenas ideas y una tendencia al optimismo subjetivo un poco peligrosa. También estaba la Alfreda, mujer de principios y destemerosa de Dios y descreyente de los temas apocalípticos que la Mari recitaba: “la escalera, el portero, los conductos del agua, la instalación eléctrica…” …Ella, la Alfreda, que controlaba la escalera hace unos años creía que no era para tanto, y que si las cosa no iban mejor era porque el recibo que pagábamos, los vecinos, no daba para solucionarlo todo.

La verdad es que la escalera estaba de pena; las goteras asomaban aquí y allá, desconchones en las paredes, y alguna pintada nos deslucía el portal, pero íbamos sobreviviendo.

Un día en la finca de al lado descubrieron una fuga de agua, cerca de los cimientos, que había estado royéndolos sin que los vecinos se enterasen. El de la frutería del bajo contaba que los cristales de escaparate estaban abombados porque el edificio ya había cedido. La chica del primero, Airlia, de buen ver, contaba a propios y extraños que las grietas invadían su piso de cabo a rabo y que pronto necesitaría ayuda para arreglar todo aquello.

No nos sorprendió cuando, Lourdes, la del segundo, empezó a notar que las grietas de Airlia, empezaban a llegar a su casa.

Que mala sensación nos recorrió a todos los vecinos, del edificio de enfrente, al saber de aquellos problemas.
No pasaron más dos días cuando nos enteramos de que Alasdar, el chico tímido del tercero, irlandes él, también llevaba un tiempo sufriendo las grietas.

Recuerdo perfectamente el día que el arquitecto del ayuntamiento vino para comprobar el estado del edificio, y no puedo negar que mi vello se puso de punta, cuando nos comunicaba que la fuga de agua estaba afectando a nuestro edificio. Todos pensábamos que los de enfrente eran pisos de pobres, y que les podían pasar esas cosas, pero que nosotros éramos otra clase, y que eso no llegaría nunca a nuestros cimientos.

Después de semanas de no hablar de otra cosa en nuestras casas, la Alfreda, decidió convocar una reunión de vecinos para decidir quien de ellos tomaría las resoluciones, ante el problema inminente, y que resoluciones serían, mediante votación.

Recuerdo a mi madre y a mi padre hablando. Mi madre, a veces, lloraba pensando en lo que pasaría con nuestra casa, y mi padre siempre trataba de consolarla, le decía que encontrarían la solución. En ocasiones era mi padre el que se hundía, y en una de esas le pregunté: “ ¿qué vas a hacer, papi?”… Él me dijo: “Ejercer el mayor derecho que nos ha dado la democracia; VOTAR a la persona que creo que tomará la decisión correcta para la mayoría. Pero escúchame hijo, nunca quedar en casa y esperar, a que otros, decidan por nosotros”.
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David Alvar Dorado
Coordinador de UCIT Ocaña