Suena mejor pero funciona al revés. El progresista hace política para captar al que nunca le votaría y al revés; por eso Rajoy está atacando a los que siempre le van a votar, para que los que no le han votado se estén quietecitos y no salgan a la calle y formen alborotadoras manifestaciones protestando por la ruina del Estado, la congelacion de la finalidad de los servicios públicos, el infrenable ascenso del paro por el aumentos de concurso de acreedores, es decir, quiebras para hablar en roman palaido. Y eso duele al que le ha votado, irrita al que no votó, y cabrea a todo pensador que optó por un voto en blanco, una abstención o un voto nulo que nadie computó. Es decir, que al final casi todos quedamos estupefactos; como no haya alguna sorpresa positiva, seguiremos camino del mayor desastre conocido por la humanidad en el campo económico y macroeconómico, tal y como está vaticinado. Es problema complejo, gravísimo y requiere calma, sensatez, habilidad, moderación, creatividad, ilusión, y aparcar los demonios que llevamos dentro cuando llegue la hora de pisar el bordel del abismo, que ya está muy cerca, por desgracia para todos.