Cuando se generaliza, se corre el riesgo de cometer injusticias y esto ocurre en todos los órdenes de la vida. Hay gitanos y gitanos, lo mismo que payos, como otros grupos de personas que conformamos una sociedad tan plural.
Los gitanos llegaron a Ocaña hace quinientos años y se establecieron como artesanos de alta cualificación en la orfebrería y en la realización de cacharrería derivada del cobre. Los ocañenses, paisanos y gitanos, han vivido en Ocaña en la paz y armonía más absoluta. A mí personalmente, me produce una enorme desazón cuando la sociedad arremete contra el pueblo gitano, sin más consideraciones que la de adoptar cierttas reminiscencias racistas. Esa ola de ocupas que viene padeciendo Ocaña no la está produciendo exclusivamente los gitanos que son una parte ínfima de este acuciante problema. La ejercen españoles y no españoles, blancos y negros, gitanos y payos y todos aquellos que por multitud de circunstancias se han dado en llegar a esta localidad con la pierna preparada para dar la patada en la puerta y entrar por las bravas saltándose el órden, las leyes y las normas más elementales. Sobre los ocupas, si quieren, se puede debatir y créanme, habría sus más y sus menos. Yo no me atrevería a tomar a la ligera esta situación de marginación y exclusión social.
Por favor, cuidado con insultar a aquellos que fueron vejados, deprimidos, humillados y mancillados, hasta con una ley vigente hasta hace poco de vagos y maleantes por el hecho de ser gitanos. Podría dar una relación de gitanos que viven en Ocaña en paz y armonía y son tan ocañenses como el que más. Gitanos que cada mañana se levantan casi de madrugada para ganarse el pan de sus hijos. Que a los gitanos jamás se les regaló nada. En esos pisos de la patada y el candado hay gitanos y no gitanos, ¿por qué ver sólo gitanos?
Mi solidaridad con los que están soporttando todo tipo de desmanes, agresiones y provocaciones en esas escaleras de esos edificios inhóspitos, peligrosos y horribles en cuanto a seguridad e higiene.
Que tenga yo que venir de Roma a decir esto...
Los gitanos llegaron a Ocaña hace quinientos años y se establecieron como artesanos de alta cualificación en la orfebrería y en la realización de cacharrería derivada del cobre. Los ocañenses, paisanos y gitanos, han vivido en Ocaña en la paz y armonía más absoluta. A mí personalmente, me produce una enorme desazón cuando la sociedad arremete contra el pueblo gitano, sin más consideraciones que la de adoptar cierttas reminiscencias racistas. Esa ola de ocupas que viene padeciendo Ocaña no la está produciendo exclusivamente los gitanos que son una parte ínfima de este acuciante problema. La ejercen españoles y no españoles, blancos y negros, gitanos y payos y todos aquellos que por multitud de circunstancias se han dado en llegar a esta localidad con la pierna preparada para dar la patada en la puerta y entrar por las bravas saltándose el órden, las leyes y las normas más elementales. Sobre los ocupas, si quieren, se puede debatir y créanme, habría sus más y sus menos. Yo no me atrevería a tomar a la ligera esta situación de marginación y exclusión social.
Por favor, cuidado con insultar a aquellos que fueron vejados, deprimidos, humillados y mancillados, hasta con una ley vigente hasta hace poco de vagos y maleantes por el hecho de ser gitanos. Podría dar una relación de gitanos que viven en Ocaña en paz y armonía y son tan ocañenses como el que más. Gitanos que cada mañana se levantan casi de madrugada para ganarse el pan de sus hijos. Que a los gitanos jamás se les regaló nada. En esos pisos de la patada y el candado hay gitanos y no gitanos, ¿por qué ver sólo gitanos?
Mi solidaridad con los que están soporttando todo tipo de desmanes, agresiones y provocaciones en esas escaleras de esos edificios inhóspitos, peligrosos y horribles en cuanto a seguridad e higiene.
Que tenga yo que venir de Roma a decir esto...