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OCAÑA: Desde el principio de los tiempos, España y los españoles...

Desde el principio de los tiempos, España y los españoles pensamos una cosa, decimos la contraria y hacemos lo que ni pensamos, ni decimos. Somos contradictorios y caminamos por senderos según los impulsos que marca nuestra improvisada visión de las cosas. Carecemos de ideología, es por esto que nos regimos por nuestra eterna condición de papanatas, siguiendo la estela de una idea fraudulenta, de un caudillo enano o de un emcaucador de pacotilla. Somos adictos a las liturgias, pero carecemos de espiritu religioso, creyendo en un Dios sin intermediarios que nos lo facilite sin contaminaciones humanas. Dentro de nuestra ancestral, impuesta y elegante condición de católicos, nos movemos dentro de capillitas infantiloides, somos iconoclastas, imagineros y santurroncetes. Dentro del catolicismo tampoco nos sentimos a gusto y buscamos "neos", "opus", "caris", "adoraciones diurnas o nocturnas". Opinamos según marcan los creadores de opinión y nos procedemos en la vida según marcan los santones sociales. Aquí cada uno hace la guerra por su lado y cuando las cosas se ponen feas huímos en estampida como búfalos espantados. Lo de sálvese quien pueda es el resultado de nuestra más maravillosa y cantada solidaridad. Lloramos por los demás, nos apenamos por los demás hasta convertirnos en plañideras mientras nos tomamos cervezas a barriles y pelamos langostinos a espuertas. Y al final, somos tan inocentes, o tan simples, que creyendo que vamos a engañar al magno sistema capitalista, adquirimos planes de pensiones intentando engañar al fisco, adquirimos preferentes intentando engañar a los bancos, adquirimos sellos y nos hacemos socios de Rumasa y nos arrimamos a Sofico y jugamos en bolsa e intentamos engañar a todos, siempre tratando de ser más listos que nadie, ganar en la ruleta de los casinos y dar rienda suelta a nuestra eterna condición de ególatras, soberbios, egoístas y ambiciosos descomunales.
Y mientras lloramos lastimeramente al ver las heridas de los demás, sigamos consumiendo, gastando y atiborrandonos hasta reventar. Sigamos protegiendo y defendiendo este sistema que nos ahoga, mientras unos perecen, otros estamos a salvo aferrados al madero que estando a la deriva, nos lleva hasta el abismo...
Y yo, desgraciadamente, soy también preso del sistema, aunque siempre esté a patadas con él. ¡Ay si el sistema tuviese cojones!
Pero no importa adoremos virginidades mientras abandonamos a Jesús allá en el pesebre. Y si tenemos que discutir sobre Dios, hagámoslo a través del buey y la mula...
Ni quiero, ni deseo, ni me divierto con polémicas. Ni quiero, ni deseo dar caña, que a mí la violencia la detesto, aunque sea dialéctica. Ahora bien, tambien me gusta la broma, la chanza, la ironía, el sarcasmo y lenguaje sardónico, porque uno sabe en el mundo que vive aunque a veces me indispoinga con él.
¡Feliz Navidad!
Que tenga yo que venir de Roma a decir esto...