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OCAÑA: A lo largo de 1935 y 1936 estrena las comedias Un adulterio...

A lo largo de 1935 y 1936 estrena las comedias Un adulterio decente, Las cinco advertencias de Satanás y Morirse es un error, a la que titulará, después de la Guerra Civil, Cuatro corazones con freno y marcha atrás. Al iniciarse la Guerra es detenido, el 16 de agosto, y llevado a una checa, acusado, por una denuncia anónima, de haber dado cobijo en su casa al exministro de la República Rafael Salazar Alonso, ejecutado unos meses más tarde. Demostrada la falsedad de la denuncia, fue puesto en libertad pocos días después.
En 1937 consigue salir de España, marchando a Francia y seguidamente a Argentina, donde trabaja para el cine y la radio. En 1938 regresa a España a través de Portugal, estableciéndose en San Sebastián, en la zona franquista, hasta la finalización de la Guerra. En 1939 regresa a Madrid, donde el 16 de junio estrena la opereta Carlo Monte en Monte Carlo, con música de Jacinto Guerrero, y el 21 de octubre la comedia Un marido de ida y vuelta.
En los primeros años de la década de los cuarenta, su capacidad creativa es enorme y así, volcado en el teatro, estrena gran cantidad de obras: Eloísa está debajo de un almendro, en mayo de 1940, en el Teatro de la Comedia de Madrid, considerada su obra maestra; El amor sólo dura 2.000 metros, Los ladrones somos gente honrada y Madre (el drama padre) en 1941; Es peligroso asomarse al exterior y Los habitantes de la casa deshabitada en 1942; y Blanca por fuera y Rosa por dentro, Las siete vidas del gato y A las seis en la esquina del bulevar en 1943. Este mismo año se estrena la versión cinematográfica de Eloísa está debajo de un almendro, dirigida por Rafael Gil, y crea la Compañía de Comedias Cómicas.
En 1944 inicia una gira por Hispanoamérica que tiene que suspender antes de tiempo en Uruguay debido a los incidentes causados por republicanos exiliados y uruguayos contrarios al régimen franquista, que reventaron los estrenos. El consiguiente fracaso económico, junto al fallecimiento de su padre ese mismo año, que le sumió en una crisis personal, fueron el comienzo de su decadencia económica y personal.
A pesar de los reveses sufridos, Jardiel continúa escribiendo sin descanso. En 1945, año en que se estrena la película Es peligroso asomarse al exterior, de Alejandro Ulloa y basada en su obra, estrena Tú y y yo somos tres, El pañuelo de la dama errante y El amor del gato y del perro; y en 1946 Agua, aceite y gasolina, que supone un fracaso absoluto con escándalo incluido el día del estreno, y El sexo débil ha hecho gimnasia en 1946.
Ese año el Consejo Superior de Teatro le otorga el Premio Nacional de Teatro pero su salud sigue resintiéndose: a la muerte de su padre y el fracaso de la gira americana se unen un desengaño amoroso y el diagnóstico de un cáncer de laringe. A partir de 1946 apenas estrena un par de comedias, Como mejor están las rubias es con patatas en 1947 y Los tigres escondidos en la alcoba en 1949, su último estreno, que se convierte en un nuevo fracaso, lo que supone su definitiva ruina física y económica. En sus dos últimos años de vida publica artículos y recopilaciones y da algunas conferencias.
Fallece, arruinado y abandonado por muchos de sus amigos, el 18 de febrero de 1952 a la temprana edad de 50 años. En su nicho figura como epitafio una frase suya: «Si queréis los mayores elogios, moríos».
La vinculación con el teatro continuó en su familia. Su hija María Luz, sus nietas Rocío y Paloma Paso Jardiel, su nieto Enrique Gallud Jardiel y su bisnieto Darío Paso se han dedicado a la interpretación.
La originalidad de Jardiel no reside tanto en la selección de los temas como en la creación de situaciones grotescas, ridículas o increíbles, lo cual consigue por medio de ironías, diálogos vivaces, equívocos, sorpresas o contrastes de estilos y registros, mezclando a menudo lo sublime y lo vulgar.
Su novedad se caracteriza básicamente por: el encadenamiento de situaciones inverosímiles, lindantes con el teatro del absurdo; la utilización medida y rigurosa de la comicidad en el lenguaje, sin abusar del chiste fácil; el dominio absoluto de la construcción dramática, el cual le permite dosificar los efectos de sorpresa y alternar sabiamente los momentos de intriga con los de puro humor; la inclusión de tramas de tipo novelesco o detectivesco, en forma de pastiche literario, el cultivo de un humorismo de raíz intelectual, ingenioso, agudo y mordaz, con tintes que lo acercan al aforismo.
En cualquier caso, siempre bajo el truco, el disparate o la situación más absurda, esconde una dura y amarga crítica a la sociedad, reflejo de su desencantada visión de la realidad. Valgan como ejemplos Angelina o el honor de un brigadier (1934), sátira del mundo sentimental y posromántico de finales del siglo XIX, o Madre (el drama padre), crítica al teatro naturalista.
El influjo del estilo de Jardiel sobre muchos de sus contemporáneos es algo fuera de toda duda. Alfredo Marqueríe acuñó el término jardielismo e insistió en que en ciertas obras de Edgar Neville, de Calvo Sotelo, de José López Rubio, de Miguel Mihura, de Tono, de Víctor Ruiz Iriarte, en los tipos que presentan, en las situaciones, en el juego coloquial, la huella de Jardiel está siempre presente. Entre los autores que reciben y reconocen su influjo se hallan Jorge Llopis, Álvaro de Laiglesia, Alfonso Paso, Juan José Alonso Millán, Carlos Llopis, Ignacio Amestoy, Ramón Paso y otros.