Luz ahora 0,12050 €/kWh

OCAÑA: no fuma, no bebe y necesita dormir muchas horas por...

no fuma, no bebe y necesita dormir muchas horas por la noche. Es rutinario, tímido y antes de llegar a ser el líder de la Iglesia católica viajaba en clase turista. Nunca tuvo entre sus metas cargos de poder y su mayor aspiración, además de ser profesor, era poder escribir algún día una gran obra teológica.

Juan Pablo II, en cambio, tenía un carisma arrollador. Esquiador, filósofo, poeta y actor, el Papa "viajero" dio 30 vueltas al mundo llevando el Evangelio. Su espíritu inquieto, le mereció pasar a la historia como "el atleta de Cristo".

Pese a ser muy diferentes, Benedicto XVI y Juan Pablo II se entendieron muy bien desde el principio y pronto se convirtieron en amigos de confianza. "Me gustó su franqueza sin complicaciones, muy humana y la cordialidad que irradiaba. También su sentido del humor. Era una persona que no tenía nada artificial. Había vivido (en su Polonia natal) todo el drama de la ocupación alemana y rusa, del régimen comunista. Se había construido él mismo su propio camino intelectual. Aquella riqueza y su manera de disfrutar con el diálogo y el intercambio de ideas eran cosas que hicieron que me cayera simpático desde un primer momento".

Con estas palabras recordaba Benedicto XVI su primer encuentro con Juan Pablo II en 1977, durante un sínodo sobre la catequesis. Aunque eran dos personas muy diferentes en las formas siempre fueron muy similares en el fondo. Así lo explica el profesor de Teología Fundamental en la Universidad de Navarra, César Izquierdo, para quien ambos pontificados han sido "de gran continuidad".

"Juan Pablo II tenía capacidad de empatía con los que le rodeaban, siempre se hacía con la gente, con los jóvenes. Benedicto XVI no se ha movido tanto en esos ambientes, ha sido más sobrio en los gestos pero al final ha habido un interés máximo por escucharle", asegura Izquierdo, quien, sin embargo, recuerda que ambos papas han tenido como línea programática "ahondar en el Concilio Vaticano II", la defensa de la libertad religiosa y la racionalidad de la fe.