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OCAÑA: En muchas novelas sobre intrigas vaticanas, el camarlengo...

En muchas novelas sobre intrigas vaticanas, el camarlengo es como el mayordomo, es decir, el principal sospechoso de complots e incluso de asesinatos en la ficción más populachera. El cardenal Tarcisio Bertone, en cambio, es una persona afable y sonriente. Es el típico salesiano práctico y optimista, que presta más atención a las personas que a los reglamentos. Y el fútbol le apasiona mucho más que las intrigas. Durante muchos años, Bertone fue el «número dos» del cardenal Ratzinger en la Congregación para la Doctrina de la Fe. Como era leal y eficaz, Benedicto XVI nombró a Bertone secretario de Estado en el 2006, y al año siguiente también camarlengo, poniendo en sus manos tareas decisivas en el período de transición.

Bertone, que era el quinto de ocho hermanos en un pueblecito de la provincia de Turín, descubrió su vocación ya en el bachillerato y ha vivido toda su vida feliz en la orden de San Juan Bosco. Doctor en Derecho Canónico y profesor de Teología Moral, fue sucesivamente decano, vicerrector y rector de la Universidad Salesiana en Roma. Después de una etapa como obispo de Vercelli, Juan Pablo II lo nombró «número dos» de la Congregación de la Doctrina de la Fe en 1995. Así empezaron siete años de estrecha colaboración con el cardenal Joseph Ratzinger hasta que Juan Pablo II lo sacó al terreno de juego italiano como obispo de Génova en 2002, y en 2003 le nombró cardenal. Benedicto XVI le «repescó» para el Vaticano, de nuevo como su «número dos».