Un mes y un día después de que Benedicto XVI sorprendiera a la Iglesia y al mundo anunciando su renuncia al pontificado, los 115 cardenales con menos de ochenta años se encerrarán esta tarde en la Capilla Sixtina para elegir a su sucesor. La primera fumata del segundo cónclave del milenio podrá verse aproximadamente a las 20 horas. Será casi con toda seguridad negra, pues la votación inicial es de tanteo: sirve a los purpurados para saber cuáles son los favoritos que tienen más posibilidades y para ir orientando así los siguientes sufragios. Éstos se celebrarán mañana, dos en la sesión matutina, y otros dos en la vespertina, siempre que no haya ningún candidato que alcance en ellos los dos tercios necesarios (77 votos) para convertirse en el próximo obispo de Roma.
Son muchos en Roma los que esperan que no haya que esperar demasiado para ver salir la fumata blanca de la chimenea instalada en el tejado de la Capilla Sixtina. Se especula incluso que mañana o pasado pudiéramos tener ya nuevo Papa. Si no hacen falta muchas votaciones, el elegido podría ser alguno de los favoritos. Los más citados son: el brasileño Odilo Scherer, arzobispo de Sao Paulo; el canadiense Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los Obispos; el italiano Angelo Scola, titular de la archidiócesis de Milán; y el estadounidense Séan O'Malley, arzobispo de Boston. Si durante varios días sólo sale humo negro de la Sixtina, el abanico de posibilidades se amplía, pues cabría la posibilidad de que un candidato tapado llegase al solio pontificio. Sería entonces el momento de cardenales como Luis Antonio Tagle, arzobispo de Manila, Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York, o Peter Erdö, arzobispo de Budapest.
La historia de los últimos cónclaves no invita a pensar que éste vaya a demorarse mucho. El de 2005, en que salió elegido Benedicto XVI, duró dos días, pues el entonces cardenal Ratzinger sólo necesitó cuatro votaciones. También fue rápido el primero que se celebró en 1978. El cónclave de agosto, que votó a Juan Pablo I, necesitó los mismos días y sufragios que el de 2005. El segundo, que tuvo lugar en octubre, se prolongó tres días y precisó de ocho votaciones. El hecho de que se votara ocho veces da una idea de que las opciones más claras se disiparon, por lo que los purpurados echaron mano de otra alternativa: encumbraron a un entonces casi desconocido Karol Wojtlya al solio pontificio. Si este cónclave siguiera una dinámica similar a aquél, Tagle tendría muchas opciones.
Al comparecer ayer ante los medios tras la celebración de la décima y última congregación general, los encuentros preparatorios que mantienen los cardenales, el portavoz vaticano, el jesuita Federico Lombardi, informó de que en esa reunión hubo 28 intervenciones por parte de los purpurados. Durante los siete días de congregaciones se han sucedido 161. Además de hablar de cómo debe ser el perfil del próximo Papa y de lo que se espera de él, los miembros del Colegio Cardenalicio eligieron por sorteo a los tres cardenales que ayudarán al Camarlengo hasta el miércoles en la congregación particular, dedicada a afrontar los problemas menores. Los elegidos fueron: Ouellet, el egipcio Antonios Naguib y el italiano Francesco Monterisi.
Los purpurados decidieron además que no se reunirían por la tarde para tener tiempo suficiente para prepararse para el cónclave, durante el que residirán en la residencia vaticana Domus Santa Marta. Esta mañana tomarán posesión de sus habitaciones y, a las 10 de la mañana, concelebrarán la misa «pro eligendo» pontífice en la basílica de San Pedro. La ceremonia estará presidida por el decano del Colegio Cardenalicio, el italiano Angelo Sodano. En la Eucaristía participarán tanto los cardenales electores como aquellos que ya han cumplido 80 años, por lo que no formarán parte del cónclave.
Son muchos en Roma los que esperan que no haya que esperar demasiado para ver salir la fumata blanca de la chimenea instalada en el tejado de la Capilla Sixtina. Se especula incluso que mañana o pasado pudiéramos tener ya nuevo Papa. Si no hacen falta muchas votaciones, el elegido podría ser alguno de los favoritos. Los más citados son: el brasileño Odilo Scherer, arzobispo de Sao Paulo; el canadiense Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los Obispos; el italiano Angelo Scola, titular de la archidiócesis de Milán; y el estadounidense Séan O'Malley, arzobispo de Boston. Si durante varios días sólo sale humo negro de la Sixtina, el abanico de posibilidades se amplía, pues cabría la posibilidad de que un candidato tapado llegase al solio pontificio. Sería entonces el momento de cardenales como Luis Antonio Tagle, arzobispo de Manila, Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York, o Peter Erdö, arzobispo de Budapest.
La historia de los últimos cónclaves no invita a pensar que éste vaya a demorarse mucho. El de 2005, en que salió elegido Benedicto XVI, duró dos días, pues el entonces cardenal Ratzinger sólo necesitó cuatro votaciones. También fue rápido el primero que se celebró en 1978. El cónclave de agosto, que votó a Juan Pablo I, necesitó los mismos días y sufragios que el de 2005. El segundo, que tuvo lugar en octubre, se prolongó tres días y precisó de ocho votaciones. El hecho de que se votara ocho veces da una idea de que las opciones más claras se disiparon, por lo que los purpurados echaron mano de otra alternativa: encumbraron a un entonces casi desconocido Karol Wojtlya al solio pontificio. Si este cónclave siguiera una dinámica similar a aquél, Tagle tendría muchas opciones.
Al comparecer ayer ante los medios tras la celebración de la décima y última congregación general, los encuentros preparatorios que mantienen los cardenales, el portavoz vaticano, el jesuita Federico Lombardi, informó de que en esa reunión hubo 28 intervenciones por parte de los purpurados. Durante los siete días de congregaciones se han sucedido 161. Además de hablar de cómo debe ser el perfil del próximo Papa y de lo que se espera de él, los miembros del Colegio Cardenalicio eligieron por sorteo a los tres cardenales que ayudarán al Camarlengo hasta el miércoles en la congregación particular, dedicada a afrontar los problemas menores. Los elegidos fueron: Ouellet, el egipcio Antonios Naguib y el italiano Francesco Monterisi.
Los purpurados decidieron además que no se reunirían por la tarde para tener tiempo suficiente para prepararse para el cónclave, durante el que residirán en la residencia vaticana Domus Santa Marta. Esta mañana tomarán posesión de sus habitaciones y, a las 10 de la mañana, concelebrarán la misa «pro eligendo» pontífice en la basílica de San Pedro. La ceremonia estará presidida por el decano del Colegio Cardenalicio, el italiano Angelo Sodano. En la Eucaristía participarán tanto los cardenales electores como aquellos que ya han cumplido 80 años, por lo que no formarán parte del cónclave.