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OCAÑA: La Inauguración es una «puesta de largo» ante un público...

La Inauguración es una «puesta de largo» ante un público global y un mensaje al mundo entero, que espera el «tono» del nuevo Papa
El estilo de un Pontificado lo revela la Misa de Inauguración, la primera ceremonia que integra liturgia, una homilía «programática», presencia de líderes de otras religiones y un protocolo diplomático de alto nivel con numerosos jefes de Estado y de gobierno en las 132 delegaciones extranjeras. La Inauguración es una «puesta de largo» ante un público global y un mensaje al mundo entero, que espera el «tono» del nuevo Papa.

Francisco -que empezó por simplificar su nombre quitándose el numeral «Primero»- ha simplificado la ceremonia al máximo, lo mismo que ha reducido su escudo pontificio a lo esencial -prescindiendo incluso del palio, emblema de los arzobispos- y ha escogido como anillo del Pescador un modelo muy sobrio pero a la vez elegante, de un artista amigo de Pablo VI.

En cambio, el Santo Padre se entregará a los fieles con un recorrido muy largo en «papamóvil» para que puedan verle de cerca todos los peregrinos de la plaza de San Pedro y los del principio de Vía della Conciliazione. Se espera más de un cuarto de millón de fieles. No es fácil aplicar la tijera a una Misa de Inauguración de Pontificado, cuyo rito aprobó hace tan sólo un mes Benedicto XVI incluyendo, por ejemplo, que todos los cardenales -unos 160- se arrodillen ante el nuevo Papa para prometerle obediencia.

Un número tan alto alargaría demasiado la ceremonia, y Francisco ha limitado el rito de «obediencia» a sólo seis cardenales en representación de todo el Colegio Cardenalicio. Al mismo tiempo, dispuso que, a diferencia de la Misa de Inauguración de su predecesor en 2005, no haya fieles en esa ceremonia de obediencia, pues prefiere que los haya cuando vaya, después de Semana Santa, a tomar posesión de su catedral como obispo de Roma que es la basílica de San Juan de Letrán.

Quienes le conocen aseguran que frecuentará mucho «su» catedral, pero que los domingos podrá ir a celebrar misa a cualquier sitio: a una cárcel, a una parroquia perdida o a un barrio de chabolas como hacía en Buenos Aires.

Contenido de la homilía
Francisco ya tiene en sus manos los papeles del polémico «Vatileaks», el caso de la filtración de documentos secretos del Vaticano, según reconoció ayer el portavoz Federico Lombardi. El libreto de la misa tiene como título «Inicio del ministerio petrino del obispo de Roma». Cada palabra es importante. Muchos miembros de la Curia siguen hablando del «Sumo Pontífice» pero, hasta el día de hoy, Francisco ha evitado incluso la palabra «Papa», y ha utilizado la de «obispo de Roma», que es lo que figura en el libreto.

La parte más «palaciega» de la Curia, que se lleva un susto de muerte cada día, mirará al microscopio cada aspecto de la ceremonia: los ornamentos, el uso de un trono o de un sillón, el posible añadido de comentarios libres al texto escrito de la homilía, etc. Les obsesiona, sobre todo, el contenido de la homilía, que será pronunciada en italiano. Benedicto XVI anunció su programa en una homilía en latín en la Capilla Sixtina y aprovechó la Misa de Inauguración para comentar cada uno de los símbolos: el anillo del Pescador, el palio, etc. Francisco habló sin papeles, no adelantó ninguna línea «programática» y la Curia espera hoy pistas.

El Papa Francisco piensa más bien en los fieles, y se siente libre. Aunque no es mucho más joven que Benedicto XVI -tan sólo nueve años- su estilo es mucho más «juvenil», sin ser superficial. Y el mundo lo ha recibido como una bocanada de aire fresco. El nuevo Papa concelebrará la misa con todos los cardenales y los patriarcas de las Iglesias católicas de rito oriental, pero ha querido añadir otras dos personas más: el orensano José Rodriguez Carballo, ministro general de los Franciscanos, y el palentino Adolfo Nicolás, prepósito general de los Jesuitas.

Entre los obispos estará el madrileño Javier Echevarría, prelado del Opus Dei, y entre el público el leonés Kiko Argüello, iniciador del Camino Neocatecumenal, que ha creado 86 seminarios «Redemptoris Mater» en todo el planeta. Hay poquísimos cargos españoles en la Curia vaticana, dominada por italianos, mientras que hay muchos españoles tirando de la Iglesia católica a nivel universal. Es la diferencia entre el carisma del «servicio» a la Iglesia y el vicio del «carrierismo», denunciado por numerosos cardenales durante el pre-Cónclave. Francisco tiene el mandato de corregirlo. Sin jacobinismos. Sin acritud. Pero también sin miedo.