Santa María Josefa del Corazón de Jesús, 20-3-2013
Santa María Josefa del Corazón de Jesús, hija primogénita de Bernabé Sancho, sillero, y de Petra de Guerra, ama de casa, nació en Vitoria (España) el 7 de septiembre de 1842, y fue bautizada al día siguiente. Según la costumbre vigente entonces, fue confirmada dos años más tarde, el 10 de agosto de 1844. Huérfana de padre a la edad de siete años,... la madre la preparó para la Primera Comunión, que recibió a los diez años. A los quince años, fue enviada a Madrid a casa de algunos parientes para completar su educación y formación. Características de su infancia y niñez, fueron: una fuerte piedad hacia la Eucaristía y la Virgen María, una inclinación y sensibilidad hacia los pobres y los enfermos y una inclinación al retiro.
Regresa a Vitoria a los 18 años y manifiesta a su madre el deseo de entrar en un monasterio, por sentirse atraída hacia la vida claustral.
De adulta, Santa María Josefa, solía repetir: «Nací con la vocación religiosa». Solo que, a juzgar por las circunstancias, se deduce que pasó por varias experiencias, no sin distintas sugerencias de prudentes eclesiásticos antes de encontrar la forma definitiva de su vocación. De hecho, estuvo a punto de entrar entre las Concepcionistas contemplativas de Aranjuez en 1860, pero se lo impidió una grave enfermedad de tifus. Su madre la ayudó a superar la desilusión.
En los meses siguientes, le pareció comprender que el Señor la llamaba a un género de vida religiosa activo. De este modo se decidió a entrar en el Instituto de las Siervas de María, fundado recientemente en Madrid por Santa Soledad Torres Acosta. Al acercarse el tiempo de la profesión, fue asaltada por graves dudas e incertidumbres sobre su efectiva llamada en aquel Instituto. Confió su alma a distintos confesores y le dijeron que se había equivocado de vocación.
Los contactos con el santo Arzobispo Claret y los coloquios serenos con la misma Santa Soledad Torres Acosta, fueron madurando paulatinamente la decisión de salir del Instituto de las Siervas de María para dar vida a una nueva familia religiosa, que tuviera por finalidad exclusiva la asistencia a los enfermos en los hospitales y en sus domicilios. Compartían este mismo ideal otras 4 Siervas de María, que con el permiso del Cardenal Arzobispo de Toledo, salieron junto con ella con la misma finalidad.
La nueva fundación se hizo en Bilbao en la primavera de 1871, cuando María Josefa contaba 29 años. Desde entonces, y por 41 años seguidos, fue Superiora del nuevo Instituto de las Siervas de Jesús. Se comprometió en difíciles viajes para visitar las distintas Comunidades, hasta que una larga enfermedad la confinó en la casa de Bilbao. Obligada a permanecer acostada o en una butaca, seguía los acontecimientos de las varias Casas de España y de fuera de ella, mediante una copiosa y preciosa correspondencia.
A su muerte, acontecida después de largos años de sufrimiento, el 20 de marzo de 1912, eran 43 las Casas fundadas y más de un millar sus religiosas.
Su santa muerte causó gran conmoción en Bilbao y en numerosas localidades donde era conocida a través de las Casas de su Instituto. También sus funerales tuvieron una resonancia extraordinaria. Fue enterrada en el cementerio municipal de Bilbao. Pero en 1926, al crecer su fama de santidad, sus restos mortales fueron trasladados a la Casa Madre del Instituto, y sepultados en la capilla donde aún reposan.
Los escritos y los testimonios oculares ponen de evidencia los puntos centrales de la espiritualidad de Santa María Josefa:
1) Gran amor a la Eucaristía y al Sagrado Corazón.
2) Profunda adoración al misterio de la Redención e íntima participación al dolor de Cristo y a su Cruz.
3) Completa dedicación al servicio de los enfermos en un contexto de espíritu contemplativo. He aquí algunas expresiones significativas, tomadas de sus escritos:
«La caridad y el amor mutuo, forman aún en esta vida el cielo de las Comunidades. Sin Cruz no hemos de estar, dondequiera que vayamos, la vida religiosa es vida de sacrificio y de abnegación. El fundamento de la mayor perfección es la caridad fraterna» (Don Pablo B. Aristegui, Beata María Giuseppa del Cuore di Gesù, Mensajero, 1992, p. 97).
«No crean, Hermanas, que la asistencia a los enfermos consiste solo en dar las medicinas y los alimentos al enfermo, hay otra clase de asistencia que nunca deben olvidar, y es la del corazón, procurando acomodarse a la persona que sufre, saliendo al encuentro de sus necesidades» (ib., p. 97)
«Formemos en el Corazón Divino de Jesús nuestro centro de comunicaciones con Él. Podemos hacerlo con la frecuencia que lo deseemos, sin temor de molestar a nadie; sólo con Jesús será nuestra intimidad» (Consejos y Máximas de nuestra Venerada Madre Fundadora, Madrid, Imprenta Juan Bravo, 1994, p. 15).
La huella particular impresa por María Josefa al Instituto de las Siervas de Jesús refleja su experiencia interior de alma consagrada al servicio caritativo del prójimo, especialmente a los enfermos, en un clima de espíritu contemplativo. Encontramos bien explicada su idea en el Directorio de Asistencias, escrito por ella misma, donde llega a afirmar que la Sierva de Jesús proporciona al enfermo, que acompaña hasta la puerta de la eternidad, un bien mayor que el del misionero que con su predicación llama a los extraviados al recto camino de la vida.
«De esta manera —escribe— las funciones materiales de nuestro Instituto, destinadas a procurar la salud corporal de nuestros prójimos se elevan a una gran altura y hacen nuestra vida activa más perfecta que la contemplativa, como enseñó el angélico maestro Santo Tomás que dice de los trabajos dirigidos a la salud del alma que vienen de la contemplación» (Directorio de Asistencias de la Congregación Religiosa Siervas de Jesús de la Caridad, Vitoria, 1930, p. 9).
Con este espíritu, las Siervas de Jesús, desde la muerte de su Madre María Josefa y hasta hoy, han continuado su servicio a los enfermos, con una generosa oblación de vida que recuerda a la de su Fundadora.
Además, de acuerdo al progreso de los tiempos y a las necesidades de la vida moderna, a la primitiva finalidad de asistencia a los enfermos, de asistir a personas ancianas en residencias y de acoger y asistir niños en las guarderías, han añadido otros como: comedores para indigentes, centros de acogida para enfermos de sida, centros de día para personas mayores, pastoral de la salud y otras obras de beneficencia y caridad, sobre todo en los países pobres de América Latina y Asia.
Hoy, en la actualidad, las 1050 Religiosas del Instituto de las Siervas de Jesús están presentes, además de España, en Italia, Francia, Portugal, Chile, Argentina, Colombia, México, Ecuador, Perú, República Dominicana, Paraguay y Filipinas.
Pocos años después de la muerte de la Madre María Josefa, el Instituto de las Siervas de Jesús proyectaba empezar la Causa de Canonización, pero por circunstancias adversas, entre las que estuvo la guerra civil española de 1936 y la segunda guerra mundial, se pudo llevar a la práctica sólo después de casi treinta años.
a) El 31 de mayo de 1951, comenzó el Proceso Ordinario Informativo en Bilbao.
b) El 7 de enero de 1972, el Decretum super introductione Causae.
c) El 7 de septiembre de 1989 se promulgó el Decretum super Virtutibus
d) El 27 de septiembre de 1992 fue solemnemente beatificada por nuestro Santo Padre Juan Pablo II en la Plaza de San Pedro.
e) El Consistorio tuvo lugar el día 10 de marzo de 2000 donde S. S. Juan Pablo II fijó la fecha de su Canonización, que fue el día 1 de octubre de 2000.
Santa María Josefa del Corazón de Jesús, hija primogénita de Bernabé Sancho, sillero, y de Petra de Guerra, ama de casa, nació en Vitoria (España) el 7 de septiembre de 1842, y fue bautizada al día siguiente. Según la costumbre vigente entonces, fue confirmada dos años más tarde, el 10 de agosto de 1844. Huérfana de padre a la edad de siete años,... la madre la preparó para la Primera Comunión, que recibió a los diez años. A los quince años, fue enviada a Madrid a casa de algunos parientes para completar su educación y formación. Características de su infancia y niñez, fueron: una fuerte piedad hacia la Eucaristía y la Virgen María, una inclinación y sensibilidad hacia los pobres y los enfermos y una inclinación al retiro.
Regresa a Vitoria a los 18 años y manifiesta a su madre el deseo de entrar en un monasterio, por sentirse atraída hacia la vida claustral.
De adulta, Santa María Josefa, solía repetir: «Nací con la vocación religiosa». Solo que, a juzgar por las circunstancias, se deduce que pasó por varias experiencias, no sin distintas sugerencias de prudentes eclesiásticos antes de encontrar la forma definitiva de su vocación. De hecho, estuvo a punto de entrar entre las Concepcionistas contemplativas de Aranjuez en 1860, pero se lo impidió una grave enfermedad de tifus. Su madre la ayudó a superar la desilusión.
En los meses siguientes, le pareció comprender que el Señor la llamaba a un género de vida religiosa activo. De este modo se decidió a entrar en el Instituto de las Siervas de María, fundado recientemente en Madrid por Santa Soledad Torres Acosta. Al acercarse el tiempo de la profesión, fue asaltada por graves dudas e incertidumbres sobre su efectiva llamada en aquel Instituto. Confió su alma a distintos confesores y le dijeron que se había equivocado de vocación.
Los contactos con el santo Arzobispo Claret y los coloquios serenos con la misma Santa Soledad Torres Acosta, fueron madurando paulatinamente la decisión de salir del Instituto de las Siervas de María para dar vida a una nueva familia religiosa, que tuviera por finalidad exclusiva la asistencia a los enfermos en los hospitales y en sus domicilios. Compartían este mismo ideal otras 4 Siervas de María, que con el permiso del Cardenal Arzobispo de Toledo, salieron junto con ella con la misma finalidad.
La nueva fundación se hizo en Bilbao en la primavera de 1871, cuando María Josefa contaba 29 años. Desde entonces, y por 41 años seguidos, fue Superiora del nuevo Instituto de las Siervas de Jesús. Se comprometió en difíciles viajes para visitar las distintas Comunidades, hasta que una larga enfermedad la confinó en la casa de Bilbao. Obligada a permanecer acostada o en una butaca, seguía los acontecimientos de las varias Casas de España y de fuera de ella, mediante una copiosa y preciosa correspondencia.
A su muerte, acontecida después de largos años de sufrimiento, el 20 de marzo de 1912, eran 43 las Casas fundadas y más de un millar sus religiosas.
Su santa muerte causó gran conmoción en Bilbao y en numerosas localidades donde era conocida a través de las Casas de su Instituto. También sus funerales tuvieron una resonancia extraordinaria. Fue enterrada en el cementerio municipal de Bilbao. Pero en 1926, al crecer su fama de santidad, sus restos mortales fueron trasladados a la Casa Madre del Instituto, y sepultados en la capilla donde aún reposan.
Los escritos y los testimonios oculares ponen de evidencia los puntos centrales de la espiritualidad de Santa María Josefa:
1) Gran amor a la Eucaristía y al Sagrado Corazón.
2) Profunda adoración al misterio de la Redención e íntima participación al dolor de Cristo y a su Cruz.
3) Completa dedicación al servicio de los enfermos en un contexto de espíritu contemplativo. He aquí algunas expresiones significativas, tomadas de sus escritos:
«La caridad y el amor mutuo, forman aún en esta vida el cielo de las Comunidades. Sin Cruz no hemos de estar, dondequiera que vayamos, la vida religiosa es vida de sacrificio y de abnegación. El fundamento de la mayor perfección es la caridad fraterna» (Don Pablo B. Aristegui, Beata María Giuseppa del Cuore di Gesù, Mensajero, 1992, p. 97).
«No crean, Hermanas, que la asistencia a los enfermos consiste solo en dar las medicinas y los alimentos al enfermo, hay otra clase de asistencia que nunca deben olvidar, y es la del corazón, procurando acomodarse a la persona que sufre, saliendo al encuentro de sus necesidades» (ib., p. 97)
«Formemos en el Corazón Divino de Jesús nuestro centro de comunicaciones con Él. Podemos hacerlo con la frecuencia que lo deseemos, sin temor de molestar a nadie; sólo con Jesús será nuestra intimidad» (Consejos y Máximas de nuestra Venerada Madre Fundadora, Madrid, Imprenta Juan Bravo, 1994, p. 15).
La huella particular impresa por María Josefa al Instituto de las Siervas de Jesús refleja su experiencia interior de alma consagrada al servicio caritativo del prójimo, especialmente a los enfermos, en un clima de espíritu contemplativo. Encontramos bien explicada su idea en el Directorio de Asistencias, escrito por ella misma, donde llega a afirmar que la Sierva de Jesús proporciona al enfermo, que acompaña hasta la puerta de la eternidad, un bien mayor que el del misionero que con su predicación llama a los extraviados al recto camino de la vida.
«De esta manera —escribe— las funciones materiales de nuestro Instituto, destinadas a procurar la salud corporal de nuestros prójimos se elevan a una gran altura y hacen nuestra vida activa más perfecta que la contemplativa, como enseñó el angélico maestro Santo Tomás que dice de los trabajos dirigidos a la salud del alma que vienen de la contemplación» (Directorio de Asistencias de la Congregación Religiosa Siervas de Jesús de la Caridad, Vitoria, 1930, p. 9).
Con este espíritu, las Siervas de Jesús, desde la muerte de su Madre María Josefa y hasta hoy, han continuado su servicio a los enfermos, con una generosa oblación de vida que recuerda a la de su Fundadora.
Además, de acuerdo al progreso de los tiempos y a las necesidades de la vida moderna, a la primitiva finalidad de asistencia a los enfermos, de asistir a personas ancianas en residencias y de acoger y asistir niños en las guarderías, han añadido otros como: comedores para indigentes, centros de acogida para enfermos de sida, centros de día para personas mayores, pastoral de la salud y otras obras de beneficencia y caridad, sobre todo en los países pobres de América Latina y Asia.
Hoy, en la actualidad, las 1050 Religiosas del Instituto de las Siervas de Jesús están presentes, además de España, en Italia, Francia, Portugal, Chile, Argentina, Colombia, México, Ecuador, Perú, República Dominicana, Paraguay y Filipinas.
Pocos años después de la muerte de la Madre María Josefa, el Instituto de las Siervas de Jesús proyectaba empezar la Causa de Canonización, pero por circunstancias adversas, entre las que estuvo la guerra civil española de 1936 y la segunda guerra mundial, se pudo llevar a la práctica sólo después de casi treinta años.
a) El 31 de mayo de 1951, comenzó el Proceso Ordinario Informativo en Bilbao.
b) El 7 de enero de 1972, el Decretum super introductione Causae.
c) El 7 de septiembre de 1989 se promulgó el Decretum super Virtutibus
d) El 27 de septiembre de 1992 fue solemnemente beatificada por nuestro Santo Padre Juan Pablo II en la Plaza de San Pedro.
e) El Consistorio tuvo lugar el día 10 de marzo de 2000 donde S. S. Juan Pablo II fijó la fecha de su Canonización, que fue el día 1 de octubre de 2000.