Ofertas de luz y gas

OCAÑA: San Benito de Palermo, 4-4-2013....

San Benito de Palermo, 4-4-2013.
Benito nació en 1526 en San Fratello, antes llamado San Filadelfo, provincia de Mesina (Sicilia), de padres cristianos, Cristóbal Manassari y Diana Larcari, que se cree que podían trabajar en una plantación cercana a Mesina donde habían sido traídos como esclavos de África. Benito recibió la libertad de sus amos tras su nacimiento y de adolescente cuidaba el rebaño... del patrón y desde entonces, por sus virtudes, fue llamado el «santo moro».
A los veintiún años entró en una comunidad de ermitaños, fundada en su región natal por Jerónimo Lanza, que vivía bajo la Regla de San Francisco. Cuando los ermitaños se trasladaron al Monte Pellegrino para vivir en mayor soledad, Benito los siguió, y a la muerte de Lanza, fue elegido superior por sus compañeros.
En 1562 Pío IV retiró la aprobación que Julio II había dado a aquel instituto e invitó a los religiosos a entrar en una Orden que ellos mismos escogieran. Benito escogió la Orden de los Hermanos Menores, y entró en el convento de Santa María de Jesús, en Palermo, fundado por el Beato Mateo de Agrigento.
Luego fue enviado al convento de Santa Ana Giuliana, donde permaneció sólo tres años. Trasladado nuevamente al convento de Santa María de Palermo, vivió allí veinticuatro años hasta su muerte.
Su analfabetismo le relegó a la cocina del convento, donde ejerció el oficio de cocinero con gran espíritu de sacrificio, humildad y caridad sobrenatural. Se le atribuyeron muchos milagros, sobre todo curaciones, que le dieron gran fama, lo que le llevó a ser elegido prior en 1578, siendo religioso no sacerdote.
Por tres años guió a su comunidad con sabiduría, prudencia y gran caridad. Con ocasión del Capítulo provincial se trasladó a Agrigento, donde, por la fama de su santidad, que se había difundido rápidamente, fue acogido con calurosas manifestaciones del pueblo.
Nombrado maestro de novicios, atendió a este delicado oficio de la formación de los jóvenes con tanta santidad, que se creyó que tenía el don de escrutar los corazones. Finalmente volvió a su primitivo oficio de cocinero.
Un gran número de devotos iba a él a consultarlo, entre los cuales también sacerdotes y teólogos, y finalmente el Virrey de Sicilia. Para todos tenía una palabra sabia, iluminadora, que animaba siempre al bien. Humilde y devoto, redoblaba las penitencias, ayunando y flagelándose hasta derramar sangre. Realizó numerosas curaciones. Cuando salía del convento la gente lo rodeaba para besarle la mano, tocarle el hábito, encomendarse a sus oraciones. Dócil instrumento de la bondad divina, hacía inmenso bien a favor de las almas.
En 1589 enfermó gravemente y por revelación conoció el día y hora de su muerte. Recibió los últimos sacramentos, y el 4 de abril de 1589 expiró dulcemente a la edad de 63 años, pronunciando las palabras de Jesús moribundo: «En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu».
Su culto se difundió ampliamente y se dice que su cuerpo fue encontrado incorrupto cuando fue exhumado pocos años después. Fue beatificado por el Papa Benedicto XIV en 1712 y canonizado el 24 de mayo de 1807 por el Papa Pio VII.
Santo patrón de los pueblos negros y afroamericanos, Benito es recordado por su paciencia y entendimiento cuando se enfrentaba a prejuicios raciales. Existen al menos cuatro parroquias católicas romanas negras que llevan su nombre en Estados Unidos, una en Queens, Nueva York, una en Chicago, Illinois, una en Pittsburgh, en el norte Omaha, Nebraska y una en el sur Columbus, Georgia.
La devoción a San Benito está extendida a lo largo de América Latina, desde México hasta Argentina, en especial en Venezuela, donde su devoción se extiende a lo largo de los varios estados del país.