Y desde 1418 hasta su muerte, por 26 años Bernardino recorre pueblos, ciudades y campos predicando de una manera que antes la gente no había escuchado. Se levantaba a las 4 de la mañana y durante horas y horas preparaba sus sermones. Y el efecto de cada predicación era un entusiasmarse todos por Jesucristo y una gran conversión de pecadores. Muchísimos terminaban llorando de arrepentimiento al escuchar sus palabras. Cuando su voz potentísima gritaba en medio de la silenciosa multitud: "Temblad tierra entera, al ver que la criatura se ha atrevido a ofender a su Creador", a las gentes les parecía que el piso se movía debajo de sus pies y empezaban a llorar con gran arrepentimiento. Casi siempre tenía que predicar en las plazas y campos porque en los templos no cabía la gente que deseaba escucharle.
Taquigrafiados con un método que inventó un discípulo suyo, los sermones populares de San Bernardino de Siena han llegado hasta nosotros con toda la naturaleza y el estilo rápido y colorido con que los pronunciaba en las diversas plazas italianas. Al releerlos hoy, se descubre en ellos la actualidad de los temas, entre los más recurrentes el de la caridad, la unidad, la armonía y la justicia. Atacaba la avaricia de los nuevos ricos, comerciantes, banqueros, usureros, negociantes: “Sé muy bien que los bienes que tú tienes no son tuyos; Dios los ha dado al mundo para provecho del hombre: no son del hombre, no, sino para las necesidades del hombre”.
Recorrió todo su país (Italia) a pie, predicando. Cada día predicaba bastantes horas y varios sermones. A todos y siempre les recomendaba que se arrepintieran de sus pecados y que hicieran penitencia por su vida mala pasada. Atacaba sin compasión los vicios y las malas costumbres e invitaba con gran vehemencia a tener un intenso amor a Jesucristo y la Virgen María.
Por todas partes llevaba y repartía un estandarte con estas tres letras: JHS (Jesús, Hombre, Salvador) e invitaba a sus oyentes a sentir un gran cariño por el nombre de Jesús. Donde quiera que San Bernardino predicaba, quedaban muchos estandartes en palacios y casas con sus tres letras: JHS.
En Polonia predicó contra los juegos de azar y las gentes quemaron todos los juegos de azar que tenían. Un fabricante de naipes se quejó con el santo diciéndole que lo había dejado en la ruina, y él aconsejó: "Ahora dedíquese a imprimir estampas de Jesús". Así lo hizo y consiguió más dinero que el que había logrado conseguir imprimiendo cartas de naipe.
Los envidiosos lo acusaron ante el Papa diciendo que Bernardino recomendaba supersticiones. En el año 1427 fue llevado a juicio en Roma defendiéndose de la acusación de herejía; atendieron teológos como por ejemplo Paulus Venetus. Bernardino fue declarado inocente y quedó tan conmovido el Sumo Pontífice al oírle sus predicaciones, que le dio orden para que pudiera predicar por todas partes. El mismo papa Martín V le invitó a Roma para predicar. En el mismo año, le ofrecieron el puesto de obispo de Siena, pero lo rechazó para poder seguir con sus actividades monacales y la evangelización. En 1431, viajó por la Toscana, la Lombardía, Romaña y Ancona. Volvió a Siena para prevenir una guerra contra Florencia. Rechazó en 1431, el puesto de obispo en Ferrara, y en 1435 el de Urbino.
Durante 80 días predicó en Roma e hizo allí 114 sermones con enorme éxito.
Después de que el Papa quisiera nombrarlo arzobispo, y el santo no se atreviese a aceptar, lo nombraron superior de los franciscanos, porque era el que más vocaciones había conseguido para esa comunidad. Cuando Bernardino entró en la comunidad de franciscanos observantes, solamente había en Italia 300 de estos religiosos. Cuando él murió ya había más de 4.000.
Los grandes sacrificios que tenía que hacer para predicar tantas veces y en tan distintos sitios, y los muchos ayunos y penitencias que hacía, lo fueron debilitando notoriamente. En su rostro se notaba que era un verdadero penitente, pero esta misma apariencia de austero y mortificado, le atraía más la admiración de las gentes. El único lujo que aceptó en sus últimos años, fue el de un borriquillo, para no tener que hacer a pie todos sus largos viajes.
Era tal su deseo de progresar en el arte de la elocuencia y del buen predicar, que donde quiera que sabía que había un buen predicador, se iba a escucharlo y aún ya lleno de años, se sentaba como simple discípulo para escuchar las clases de los maestros afamados que enseñaban cómo hablar bien en público.
Y acompañaba sus predicaciones con admirables milagros y prodigios.
En su ciudad natal, Siena, había muchas divisiones y peleas. Se fue allá y predicó 45 sermones que devolvieron la paz a toda esa región. Uno de los oyentes logró copiar esos sermones y se conservan como una verdadera joya de la elocuencia sagrada, donde se combinan la teología con los consejos prácticos y la agradabilidad con la profundidad. Verdaderamente Bernardino era un gran maestro de oratoria.
En 1444, mientras viajaba por los pueblos predicando, con muy poca salud pero con un inmenso entusiasmo, se sintió muy débil y al llegar al convento de los franciscanos en Aquila (Abruzzo), murió santamente el 20 de mayo.
En su sepulcro se obraron numerosos milagros como que el mismo sangrara hasta que dos facciones de la ciudad fueron reconciliadas.
El Papa Nicolás V ante la petición de todo el pueblo, lo declaró santo en 1450 a los 6 años de haber muerto.
Después de su muerte, los franciscanos difundieron imágenes de Bernardino. En las pinturas fue representado en general con tres mitras delante de sus pies, lo que simboliza el rechazo de los tres puestos de obispo que le ofrecieron. En su mano suele llevar el Crismón IHS, del cual salen rayos o lo cual está incorporado en un sol; así se muestra su dedicación al "nombre santo de Jesús").
En Siena, trás la muerte de Bernadino, se elaboró un retrato a base de su máscara de muerte de L'Aquila con la cabeza calva y la cara extenuada, que parece tener una buena semejanza fisionómica. Este retrato fue probablemente la fuente de muchas pinturas posteriores del santo.
Las representaciones más famosas y apreciadas son posiblemente los frescos que describen el ciclo de su vida. Fueron pintados hacia el final del siglo XV por Pinturicchio en la capilla de Bufalini de Santa María en Aracoeli, en Roma.
San Bernardino es el Santo patrón de diferentes actividades, enfermedades y lugares. Se ocupa de la Publicidad, de la Comunicación, contra la Ludopatía, de los problemas respiratorios y de la ciudad de Siena. En España es el patrón de Cuenca de Campos, pintoresca villa de la provincia de Valladolid donde cada 20 de mayo se celebra una romería a la ermita del mismo nombre.
Además, Bernardino mismo fundó, o reformó, por lo menos trescientos conventos o monasterios. Bernardino envió también a misioneros al oriente. Además, gracias a sus esfuerzos atendieron muchos embajadores de las naciones cismáticas al Concilio de Basilea.
Taquigrafiados con un método que inventó un discípulo suyo, los sermones populares de San Bernardino de Siena han llegado hasta nosotros con toda la naturaleza y el estilo rápido y colorido con que los pronunciaba en las diversas plazas italianas. Al releerlos hoy, se descubre en ellos la actualidad de los temas, entre los más recurrentes el de la caridad, la unidad, la armonía y la justicia. Atacaba la avaricia de los nuevos ricos, comerciantes, banqueros, usureros, negociantes: “Sé muy bien que los bienes que tú tienes no son tuyos; Dios los ha dado al mundo para provecho del hombre: no son del hombre, no, sino para las necesidades del hombre”.
Recorrió todo su país (Italia) a pie, predicando. Cada día predicaba bastantes horas y varios sermones. A todos y siempre les recomendaba que se arrepintieran de sus pecados y que hicieran penitencia por su vida mala pasada. Atacaba sin compasión los vicios y las malas costumbres e invitaba con gran vehemencia a tener un intenso amor a Jesucristo y la Virgen María.
Por todas partes llevaba y repartía un estandarte con estas tres letras: JHS (Jesús, Hombre, Salvador) e invitaba a sus oyentes a sentir un gran cariño por el nombre de Jesús. Donde quiera que San Bernardino predicaba, quedaban muchos estandartes en palacios y casas con sus tres letras: JHS.
En Polonia predicó contra los juegos de azar y las gentes quemaron todos los juegos de azar que tenían. Un fabricante de naipes se quejó con el santo diciéndole que lo había dejado en la ruina, y él aconsejó: "Ahora dedíquese a imprimir estampas de Jesús". Así lo hizo y consiguió más dinero que el que había logrado conseguir imprimiendo cartas de naipe.
Los envidiosos lo acusaron ante el Papa diciendo que Bernardino recomendaba supersticiones. En el año 1427 fue llevado a juicio en Roma defendiéndose de la acusación de herejía; atendieron teológos como por ejemplo Paulus Venetus. Bernardino fue declarado inocente y quedó tan conmovido el Sumo Pontífice al oírle sus predicaciones, que le dio orden para que pudiera predicar por todas partes. El mismo papa Martín V le invitó a Roma para predicar. En el mismo año, le ofrecieron el puesto de obispo de Siena, pero lo rechazó para poder seguir con sus actividades monacales y la evangelización. En 1431, viajó por la Toscana, la Lombardía, Romaña y Ancona. Volvió a Siena para prevenir una guerra contra Florencia. Rechazó en 1431, el puesto de obispo en Ferrara, y en 1435 el de Urbino.
Durante 80 días predicó en Roma e hizo allí 114 sermones con enorme éxito.
Después de que el Papa quisiera nombrarlo arzobispo, y el santo no se atreviese a aceptar, lo nombraron superior de los franciscanos, porque era el que más vocaciones había conseguido para esa comunidad. Cuando Bernardino entró en la comunidad de franciscanos observantes, solamente había en Italia 300 de estos religiosos. Cuando él murió ya había más de 4.000.
Los grandes sacrificios que tenía que hacer para predicar tantas veces y en tan distintos sitios, y los muchos ayunos y penitencias que hacía, lo fueron debilitando notoriamente. En su rostro se notaba que era un verdadero penitente, pero esta misma apariencia de austero y mortificado, le atraía más la admiración de las gentes. El único lujo que aceptó en sus últimos años, fue el de un borriquillo, para no tener que hacer a pie todos sus largos viajes.
Era tal su deseo de progresar en el arte de la elocuencia y del buen predicar, que donde quiera que sabía que había un buen predicador, se iba a escucharlo y aún ya lleno de años, se sentaba como simple discípulo para escuchar las clases de los maestros afamados que enseñaban cómo hablar bien en público.
Y acompañaba sus predicaciones con admirables milagros y prodigios.
En su ciudad natal, Siena, había muchas divisiones y peleas. Se fue allá y predicó 45 sermones que devolvieron la paz a toda esa región. Uno de los oyentes logró copiar esos sermones y se conservan como una verdadera joya de la elocuencia sagrada, donde se combinan la teología con los consejos prácticos y la agradabilidad con la profundidad. Verdaderamente Bernardino era un gran maestro de oratoria.
En 1444, mientras viajaba por los pueblos predicando, con muy poca salud pero con un inmenso entusiasmo, se sintió muy débil y al llegar al convento de los franciscanos en Aquila (Abruzzo), murió santamente el 20 de mayo.
En su sepulcro se obraron numerosos milagros como que el mismo sangrara hasta que dos facciones de la ciudad fueron reconciliadas.
El Papa Nicolás V ante la petición de todo el pueblo, lo declaró santo en 1450 a los 6 años de haber muerto.
Después de su muerte, los franciscanos difundieron imágenes de Bernardino. En las pinturas fue representado en general con tres mitras delante de sus pies, lo que simboliza el rechazo de los tres puestos de obispo que le ofrecieron. En su mano suele llevar el Crismón IHS, del cual salen rayos o lo cual está incorporado en un sol; así se muestra su dedicación al "nombre santo de Jesús").
En Siena, trás la muerte de Bernadino, se elaboró un retrato a base de su máscara de muerte de L'Aquila con la cabeza calva y la cara extenuada, que parece tener una buena semejanza fisionómica. Este retrato fue probablemente la fuente de muchas pinturas posteriores del santo.
Las representaciones más famosas y apreciadas son posiblemente los frescos que describen el ciclo de su vida. Fueron pintados hacia el final del siglo XV por Pinturicchio en la capilla de Bufalini de Santa María en Aracoeli, en Roma.
San Bernardino es el Santo patrón de diferentes actividades, enfermedades y lugares. Se ocupa de la Publicidad, de la Comunicación, contra la Ludopatía, de los problemas respiratorios y de la ciudad de Siena. En España es el patrón de Cuenca de Campos, pintoresca villa de la provincia de Valladolid donde cada 20 de mayo se celebra una romería a la ermita del mismo nombre.
Además, Bernardino mismo fundó, o reformó, por lo menos trescientos conventos o monasterios. Bernardino envió también a misioneros al oriente. Además, gracias a sus esfuerzos atendieron muchos embajadores de las naciones cismáticas al Concilio de Basilea.