Hay que tener en cuenta que nuestro alcalde es la única persona del mundo que está en plena y absoluta posesión de la verdad, es un ser superior, al margen de la ley, al que hay que adular y adorar porque él puede hacer lo que quiera, lo que le plazca, y si nos tiene que humillar, tenemos que resignarnos y ser comprensivos, porque es nuestro Dios.