“Un país que no lee a los poetas y no escucha a los músicos, es un país mediocre (José Ramos)”
Esto no pasa en Oropesa donde una calle entera está plagada de versos y en la plaza el recuerdo a sus paisanos decididos, valientes e ilustres.
Comunidad de culto a las musas
capaz de convertir un muro en libro
como público ceremonial, una excusa
válida con el recuerdo que vibro,
tatuado en la pared, me engatusa
la ciudad cuyo detalle calibro
porque inyecta cultura profusa
con profundidad y con equilibrio
La ciudad donde se escribe su historia,
donde el sonido de las palabras
dibujado queda como una huella
de Oropesa y de su memoria,
su gente que cultiva, que labra
esa parte humana grande y bella.
Esto no pasa en Oropesa donde una calle entera está plagada de versos y en la plaza el recuerdo a sus paisanos decididos, valientes e ilustres.
Comunidad de culto a las musas
capaz de convertir un muro en libro
como público ceremonial, una excusa
válida con el recuerdo que vibro,
tatuado en la pared, me engatusa
la ciudad cuyo detalle calibro
porque inyecta cultura profusa
con profundidad y con equilibrio
La ciudad donde se escribe su historia,
donde el sonido de las palabras
dibujado queda como una huella
de Oropesa y de su memoria,
su gente que cultiva, que labra
esa parte humana grande y bella.