¡ ay,
caño de la
plaza, sólo necesitas
agua,
Cuánta sed habrás calmado, y
camino para traerlo,
Con tus dos chorros de agua, aliviando tu abundancia,
Como dos pechos deseados! entre el cañillo y el rodeo
Tu generosidad es inmensa, yo te seguié admirando,
Como la mejor madre, sin palio, por todo lo que me das,
Entregándolo todo, hasta el alma, aunque no pueda guardarlo,
Sin pedir nunca nada a cambio. y sólo lo llegue a mirar.
Tu madre, la
sierra, ¡ ay, caño de la plaza,
Su confianza depositó
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