CONFLICTO FAMILIAR:
En un pueblo de la sierra vivía una familia de granjeros:
padres, hijos y nietos.
El abuelo desde hacía años vivía en el mismo pueblo, pero más hacia las montañas.
El padre y sus hijos, lo primero que hacían todas las mañanas era dedicarse a alimentar a los animales y a la limpieza de los establos.
La hija pequeña de apenas siete años sentía que algo no iba bien entre sus padres y sus abuelos, la niña un día se armó de valor y le pidió a su padre le explicara lo que pasaba entre el, y sus abuelos. El padre adoraba a su hija, y sentándola en sus rodillas le contó lo que paso cuando él era un niño.
Un día al salir del colegio se fue al rio con sus amigos, hacia un día precioso y todos nos metimos al rio, se nos pasó el tiempo volando, ten en cuenta que todos éramos muy jóvenes, entre risas y alborotos se nos pasó la tarde, pero el destino nos jugó una mala pasada, mi hermano más pequeño, no sabemos cómo paso, se cayó en un pozo, hicimos todo lo posible para sacarle.
Pero cuando lo conseguimos ya era tarde, el no respiraba, yo creí volverme loco, todos lloramos sin consuelo, fue un duro golpe, del que nunca me recupere, mis padres me culparon de esa tragedia, desde ese momento sentí, que mis padres se distanciaban de mi vida, y me sentía muy solo, hasta que conocí a tu madre, nos casamos, nacieron tus hermanos, y por ultimo tú, ya no sentía tanto la ausencia de mis padres, aunque les echaba de menos, nunca tuve el valor de acercarme a ellos, la niña vio como su padre no podía contener el llanto, le abrazo y salió corriendo, a buscar a su abuelo, llevándole hacia su casa, al abrir la puerta y verse padre e hijo, se fundieron en un fuerte abrazo, dando por terminado el conflicto familiar que tantos años había durado.
A veces sin darnos cuenta, cuando pasa una tragedia en la familia, nos distanciamos, unos de otros, hacemos lo contrario de lo que deberíamos hacer, lo normal sería estar más unidos, para poder superarlo juntos, pero es tanto el dolor que sentimos, y estamos tan abatidos que necesitamos cargarle la culpa a otro, sin darnos cuenta que lo más valioso que tenemos es el tiempo, y lo perdemos entregándonos al rencor, el ser humano nunca aprenderemos, no tendríamos que perder ni un solo día, por ese motivo, sobre todo con los padres y hermanos, pero por desgracia esto pasa mucho, y nos damos cuenta demasiado tarde, sufrimos y hacemos sufrir innecesariamente, por algo que nadie tiene la culpa, como en este caso, que existen muchos otros parecidos o muy similares.
Rosario Fajardo Blanco.
En un pueblo de la sierra vivía una familia de granjeros:
padres, hijos y nietos.
El abuelo desde hacía años vivía en el mismo pueblo, pero más hacia las montañas.
El padre y sus hijos, lo primero que hacían todas las mañanas era dedicarse a alimentar a los animales y a la limpieza de los establos.
La hija pequeña de apenas siete años sentía que algo no iba bien entre sus padres y sus abuelos, la niña un día se armó de valor y le pidió a su padre le explicara lo que pasaba entre el, y sus abuelos. El padre adoraba a su hija, y sentándola en sus rodillas le contó lo que paso cuando él era un niño.
Un día al salir del colegio se fue al rio con sus amigos, hacia un día precioso y todos nos metimos al rio, se nos pasó el tiempo volando, ten en cuenta que todos éramos muy jóvenes, entre risas y alborotos se nos pasó la tarde, pero el destino nos jugó una mala pasada, mi hermano más pequeño, no sabemos cómo paso, se cayó en un pozo, hicimos todo lo posible para sacarle.
Pero cuando lo conseguimos ya era tarde, el no respiraba, yo creí volverme loco, todos lloramos sin consuelo, fue un duro golpe, del que nunca me recupere, mis padres me culparon de esa tragedia, desde ese momento sentí, que mis padres se distanciaban de mi vida, y me sentía muy solo, hasta que conocí a tu madre, nos casamos, nacieron tus hermanos, y por ultimo tú, ya no sentía tanto la ausencia de mis padres, aunque les echaba de menos, nunca tuve el valor de acercarme a ellos, la niña vio como su padre no podía contener el llanto, le abrazo y salió corriendo, a buscar a su abuelo, llevándole hacia su casa, al abrir la puerta y verse padre e hijo, se fundieron en un fuerte abrazo, dando por terminado el conflicto familiar que tantos años había durado.
A veces sin darnos cuenta, cuando pasa una tragedia en la familia, nos distanciamos, unos de otros, hacemos lo contrario de lo que deberíamos hacer, lo normal sería estar más unidos, para poder superarlo juntos, pero es tanto el dolor que sentimos, y estamos tan abatidos que necesitamos cargarle la culpa a otro, sin darnos cuenta que lo más valioso que tenemos es el tiempo, y lo perdemos entregándonos al rencor, el ser humano nunca aprenderemos, no tendríamos que perder ni un solo día, por ese motivo, sobre todo con los padres y hermanos, pero por desgracia esto pasa mucho, y nos damos cuenta demasiado tarde, sufrimos y hacemos sufrir innecesariamente, por algo que nadie tiene la culpa, como en este caso, que existen muchos otros parecidos o muy similares.
Rosario Fajardo Blanco.