SOBRE LOS CAMPOS MANCHEGOS DE TOLEDO
Sobre las grandes llanuras de la provincia Toledo, dicen que existen locuras pero que no te dan miedo. Campos que tienen llanuras con territorios inmensos, donde pueden las diabluras dejar muchos vientos tensos. Caminar buscando flores en las mañanas bonitas, y no saber de dolores ni de las rosas marchitas. Ser caminante en La Mancha pensando en su bello suelo, es ver que la tierra engancha y miras de noche el cielo. Sin pensar en Don Quijote, ni querer ser escudero, todo tiene aquí su brote, incluso si hay romancero. Los pastores toledanos que miran a sus corderos, dicen ser hombres humanos que les gustas los dineros. Trabajadores sencillos, caminantes sin consuelo, dicen que miran los brillos que les mandan desde el cielo. Pastores de las llanuras, vencedores de sus miedos, temen noches de diabluras y algunos viven sin credos. Los caminos de La Mancha se funden en el silencio, y su nostalgia te engancha sin sentirte nunca un necio. Pastores que dejan marcas, ovejas que dan enredos, piaras de ovejas blancas que conocen los senderos. Toledanos de su tierra que saben cuál es su precio, todos temen que se encierra una nube de desprecio. Pastores que penitentes conocen bien el terreno, les siento siempre presentes cuando el tiempo es un veneno. Sobre los Campos Manchegos donde brillan esperanzas, los recuerdos no son ciegos y saben buscar templanzas. Una luz de la armonía de esa tierra castellana, donde se vive alegría sin ver la ruta mundana. G X Cantalapiedra. 18 – 4 – 2020.
Sobre las grandes llanuras de la provincia Toledo, dicen que existen locuras pero que no te dan miedo. Campos que tienen llanuras con territorios inmensos, donde pueden las diabluras dejar muchos vientos tensos. Caminar buscando flores en las mañanas bonitas, y no saber de dolores ni de las rosas marchitas. Ser caminante en La Mancha pensando en su bello suelo, es ver que la tierra engancha y miras de noche el cielo. Sin pensar en Don Quijote, ni querer ser escudero, todo tiene aquí su brote, incluso si hay romancero. Los pastores toledanos que miran a sus corderos, dicen ser hombres humanos que les gustas los dineros. Trabajadores sencillos, caminantes sin consuelo, dicen que miran los brillos que les mandan desde el cielo. Pastores de las llanuras, vencedores de sus miedos, temen noches de diabluras y algunos viven sin credos. Los caminos de La Mancha se funden en el silencio, y su nostalgia te engancha sin sentirte nunca un necio. Pastores que dejan marcas, ovejas que dan enredos, piaras de ovejas blancas que conocen los senderos. Toledanos de su tierra que saben cuál es su precio, todos temen que se encierra una nube de desprecio. Pastores que penitentes conocen bien el terreno, les siento siempre presentes cuando el tiempo es un veneno. Sobre los Campos Manchegos donde brillan esperanzas, los recuerdos no son ciegos y saben buscar templanzas. Una luz de la armonía de esa tierra castellana, donde se vive alegría sin ver la ruta mundana. G X Cantalapiedra. 18 – 4 – 2020.