EL VALOR DE LA LIBERTAD
Hoy día 26, de abril del 2020. Hemos visto a los niños salir de sus casas, en su cara se notaba el valor de la LIBERTAD, una sonrisa de oreja a oreja, que en sus ojos de infancia les hacía ser más responsables, incluso que algunos padres, que se cerraban a lo que significaba caminar libres, los niños esperaban que el sol y el viento, les diera sobre su piel de infancia. Era un domingo diferente, era querer abrazar ese tiempo de oportunidad, para poder ver a sus amigos a distancia, a sentirse ciudadanos más responsables y libres, y saber que las pestes son vencidas, a base de marcar rutas y páginas, de saber dónde vamos, y por dónde venimos, y tener sobre todo las personas muchas horas de higiene personal, para evitar los contagios, y que no siga subiendo la mortandad en esta nuestra España, que los niños de hoy, la sienten mucho más que algunos mayores, que se sienten incomodos en sus hogares, sabiendo que es la única forma de aliviar las bajas. Y poder vencer a este virus asesino, que hace unos días se llevó sin enterarme a un vecino de mi casa. Eso en estos días en las grandes ciudades, es muy normal, al estar enclaustrados, sin hablar con nadie de los vecinos de la escalera, y esta mañana me entere de casualidad. La peste sigue marcando sus bajas, el miedo es muy normal, y los niños no están alejados de la realidad actual, Mis padres debieron de ser muy niños, en aquellos años, nunca me hablaron de la peste del 1918, eso sí, sé que en aquellos duros años, muchos trabajadores españoles, se marcharon camino de Francia, para trabajar en los ferrocarriles de ese país vecino, que acababa de terminar su primera guerra mundial, y fue medio invadido por los alemanes, y allí debieron de continuar viviendo y sacando a sus familias adelante, Estas jornadas de estar encerrados, para evitar más dolorosos contagios, notamos lo que vale ser libres, lo que diría un ciudadano de bien, la libertad no tiene precio, la libertad se lucha y se consigue con el sacrificio, y los humanos somos libres, aunque nuestros actos mal llevados, nos puedan conducir a estar en prisión, pero en estos momentos no es ese el caso. Los niños seguramente que se harán mayores, y recordaran como estuvieron en sus casas encerrados, sin estar presos, pero sabiendo que era necesario frenar un virus asesino, que se llevaba a toda clase de personas, mucho más a sus mayores, y que la libertad se consigue con sacrificio y honestidad. El mañana será como nosotros queremos que sea, un mañana con el compromiso de vencer a estas raras pestes, que tanto daño causan a cualquier país, y sintiendo que todos debemos ser responsables de nuestros actos, para poder vivir dignamente, sin el temor de estas guerras ciegas, que no precisan armas parta aniquilar a las personas, que no tienen demasiadas defensas. Y que al llegar estas batallas sin ruidos ni cañonazos, vemos los seres humanos amontonados en tanatorios a tope, sin poder elegir otro camino distinto, que no sea el quedarse en casa, sin comunicarse ni con sus propios vecinos, que se mueren en la completa soledad, de cualquier hospital apestado de enfermos de dicha peste. Vivimos en primavera, soñamos con libertades, podemos seguir la espera sin escuchar falsedades. Mañana con alegría seremos mucho más libres, conociendo la armonía que los campos hoy describen… G X Cantalapiedra. 26. 4 – 2020.
Hoy día 26, de abril del 2020. Hemos visto a los niños salir de sus casas, en su cara se notaba el valor de la LIBERTAD, una sonrisa de oreja a oreja, que en sus ojos de infancia les hacía ser más responsables, incluso que algunos padres, que se cerraban a lo que significaba caminar libres, los niños esperaban que el sol y el viento, les diera sobre su piel de infancia. Era un domingo diferente, era querer abrazar ese tiempo de oportunidad, para poder ver a sus amigos a distancia, a sentirse ciudadanos más responsables y libres, y saber que las pestes son vencidas, a base de marcar rutas y páginas, de saber dónde vamos, y por dónde venimos, y tener sobre todo las personas muchas horas de higiene personal, para evitar los contagios, y que no siga subiendo la mortandad en esta nuestra España, que los niños de hoy, la sienten mucho más que algunos mayores, que se sienten incomodos en sus hogares, sabiendo que es la única forma de aliviar las bajas. Y poder vencer a este virus asesino, que hace unos días se llevó sin enterarme a un vecino de mi casa. Eso en estos días en las grandes ciudades, es muy normal, al estar enclaustrados, sin hablar con nadie de los vecinos de la escalera, y esta mañana me entere de casualidad. La peste sigue marcando sus bajas, el miedo es muy normal, y los niños no están alejados de la realidad actual, Mis padres debieron de ser muy niños, en aquellos años, nunca me hablaron de la peste del 1918, eso sí, sé que en aquellos duros años, muchos trabajadores españoles, se marcharon camino de Francia, para trabajar en los ferrocarriles de ese país vecino, que acababa de terminar su primera guerra mundial, y fue medio invadido por los alemanes, y allí debieron de continuar viviendo y sacando a sus familias adelante, Estas jornadas de estar encerrados, para evitar más dolorosos contagios, notamos lo que vale ser libres, lo que diría un ciudadano de bien, la libertad no tiene precio, la libertad se lucha y se consigue con el sacrificio, y los humanos somos libres, aunque nuestros actos mal llevados, nos puedan conducir a estar en prisión, pero en estos momentos no es ese el caso. Los niños seguramente que se harán mayores, y recordaran como estuvieron en sus casas encerrados, sin estar presos, pero sabiendo que era necesario frenar un virus asesino, que se llevaba a toda clase de personas, mucho más a sus mayores, y que la libertad se consigue con sacrificio y honestidad. El mañana será como nosotros queremos que sea, un mañana con el compromiso de vencer a estas raras pestes, que tanto daño causan a cualquier país, y sintiendo que todos debemos ser responsables de nuestros actos, para poder vivir dignamente, sin el temor de estas guerras ciegas, que no precisan armas parta aniquilar a las personas, que no tienen demasiadas defensas. Y que al llegar estas batallas sin ruidos ni cañonazos, vemos los seres humanos amontonados en tanatorios a tope, sin poder elegir otro camino distinto, que no sea el quedarse en casa, sin comunicarse ni con sus propios vecinos, que se mueren en la completa soledad, de cualquier hospital apestado de enfermos de dicha peste. Vivimos en primavera, soñamos con libertades, podemos seguir la espera sin escuchar falsedades. Mañana con alegría seremos mucho más libres, conociendo la armonía que los campos hoy describen… G X Cantalapiedra. 26. 4 – 2020.