MANCHEGOS TOLEDANOS DE PURA CASTA
Para aguantar los calores de las llanuras manchegas, no se precisan dolores ni ver las bonitas siegas. Manchegos con sus sudores sobre la tierra quemada, hombres que saben de amores y de la vida cansada. No vale gritar al viento en las frías madrugadas, ni buscar el sufrimiento en las noches mal llegadas. Los manchegos son sufridos entre sus grandes calores, muchos momentos sentidos dejan que broten amores. Cuando la vista se pierde por sus llanuras inmensas, parece que hasta se vende algunas de las promesas. Los manchegos toledanos, que no quieren ver lamentos, hoy se sienten más humanos con estos virus despiertos. La pandemia no se marcha de esas tierras toledanas, a las personas se engancha dejando promesas vanas. Las muertes van cabalgando sobre caballos de acero, a su paso van marcando el dolor sobre algún duelo. No debemos despistarnos, ni decir que somos buenos, ni debemos alegrarnos al ver que existen venenos. Estos tiempos de verano, sin existir romancero, el viento no corre sano y se vuelve traicionero. Las soledades manchegas conocen los sentimientos, y a veces dicen que ruegan buscando nuevos alientos. Sin perder las esperanzas, sin olvidar los viñedos, nadie quiere las templanzas de ciertos perdidos credos. La Mancha brilla de verde, con sus viñedos floridos, en la llanura se pierde el tiempo que deja heridos. El mañana se presiente entre llantos distinguidos. Que pueden dar aliciente sin ver los pueblos vencidos. Hay vientos que van silbando por sus bonitos molinos, y que vamos comprobando que pueden cambiar los signos. Dejar pasar la pandemia usando las mascarillas, aquí no sirve comedia ni ver que las noches brillan. Los manchegos toledanos no quieren ver el abismo, y se sientes más humanos si no buscan tremendismo. Todo pasa y todo queda, nos dijo Antonio Machado, más la epidemia no pliega y quiere seguir dañando. Guardando siempre distancia para no buscar sus garras, es la mejor elegancia para no ver sus amarras. El mañana le veremos entre flores y amapolas, y más felices seremos si vemos trigos con olas. Villanueva no quisiera ser testigo de más muertes, tan solo quiere a su vera ver felices a sus gentes. No hay mal que cien años dure me dijeron siendo niño, ni que este mal no se cure con respeto y con cariño. Vienen clamores sonando por los campos toledanos, a veces sientes cantando a muchos de tus hermanos. G X Cantalapiedra. 23 – 7 - 2020.
Para aguantar los calores de las llanuras manchegas, no se precisan dolores ni ver las bonitas siegas. Manchegos con sus sudores sobre la tierra quemada, hombres que saben de amores y de la vida cansada. No vale gritar al viento en las frías madrugadas, ni buscar el sufrimiento en las noches mal llegadas. Los manchegos son sufridos entre sus grandes calores, muchos momentos sentidos dejan que broten amores. Cuando la vista se pierde por sus llanuras inmensas, parece que hasta se vende algunas de las promesas. Los manchegos toledanos, que no quieren ver lamentos, hoy se sienten más humanos con estos virus despiertos. La pandemia no se marcha de esas tierras toledanas, a las personas se engancha dejando promesas vanas. Las muertes van cabalgando sobre caballos de acero, a su paso van marcando el dolor sobre algún duelo. No debemos despistarnos, ni decir que somos buenos, ni debemos alegrarnos al ver que existen venenos. Estos tiempos de verano, sin existir romancero, el viento no corre sano y se vuelve traicionero. Las soledades manchegas conocen los sentimientos, y a veces dicen que ruegan buscando nuevos alientos. Sin perder las esperanzas, sin olvidar los viñedos, nadie quiere las templanzas de ciertos perdidos credos. La Mancha brilla de verde, con sus viñedos floridos, en la llanura se pierde el tiempo que deja heridos. El mañana se presiente entre llantos distinguidos. Que pueden dar aliciente sin ver los pueblos vencidos. Hay vientos que van silbando por sus bonitos molinos, y que vamos comprobando que pueden cambiar los signos. Dejar pasar la pandemia usando las mascarillas, aquí no sirve comedia ni ver que las noches brillan. Los manchegos toledanos no quieren ver el abismo, y se sientes más humanos si no buscan tremendismo. Todo pasa y todo queda, nos dijo Antonio Machado, más la epidemia no pliega y quiere seguir dañando. Guardando siempre distancia para no buscar sus garras, es la mejor elegancia para no ver sus amarras. El mañana le veremos entre flores y amapolas, y más felices seremos si vemos trigos con olas. Villanueva no quisiera ser testigo de más muertes, tan solo quiere a su vera ver felices a sus gentes. No hay mal que cien años dure me dijeron siendo niño, ni que este mal no se cure con respeto y con cariño. Vienen clamores sonando por los campos toledanos, a veces sientes cantando a muchos de tus hermanos. G X Cantalapiedra. 23 – 7 - 2020.