DESDE LA MANCHA MARCHÓ
Aquella noche pensando como estarían sus nietos, el corazón fue notando que no pueden estar quietos. Una llamada de aviso, en los momentos inquietos, y la abuela el compromiso de no conocer los vetos. Pronto se puso en camino, lo primero son sus nietos, ningún capricho divino pudiera borrar los retos. La carretera tranquila, tranquilos están los muertos, esta pandemia perfila vivir los serios momentos. La epidemia va dejando muchos sueños horrorosos, las gentes viven pensando no poder verse dichosos. Madrid respira contagios, que pudieran ser latosos, todos buscamos los plagios de los minutos dichosos. Abuelas que van llorando al no abrazar a sus nietos, el alma las va gritando viendo sus llantos completos. Los niños siguen pensando, que miedo tiene el abuelo, si nada nos va pasando si el virus va por el suelo. Las voces se ponen serias, los ojos lo van sintiendo, el virus deja miserias, mientras nos viene agrediendo. Desde La Mancha corriendo sin importarle la muerte, su presente es ir teniendo a la familia de frente. Manchegos con sus razones que las llevan en sus mentes, a nada dan negaciones sin querer sentirse ausentes. La pandemia no termina, más quiere dejar su ambiente, y la salud elimina sin ver que nunca lo siente. Desde La Mancha corriendo sin querer ser complaciente, las gentes viven sufriendo cuando ven llegar la muerte. El mañana va llegando con sus frases insolentes, por detrás viene dejando dolores en muchas gentes. Nadie conoce el futuro, ni si subimos pendiente, el camino sí que es duro, y además es penitente. Las abuelas son ejemplos de ser grandes cuidadoras, que no temen esos vientos con brisas aterradoras. Madrid se ve contagiada en estas duras jornadas, es la ciudad castigada viendo normas olvidadas. G X Cantalapiedra.
Aquella noche pensando como estarían sus nietos, el corazón fue notando que no pueden estar quietos. Una llamada de aviso, en los momentos inquietos, y la abuela el compromiso de no conocer los vetos. Pronto se puso en camino, lo primero son sus nietos, ningún capricho divino pudiera borrar los retos. La carretera tranquila, tranquilos están los muertos, esta pandemia perfila vivir los serios momentos. La epidemia va dejando muchos sueños horrorosos, las gentes viven pensando no poder verse dichosos. Madrid respira contagios, que pudieran ser latosos, todos buscamos los plagios de los minutos dichosos. Abuelas que van llorando al no abrazar a sus nietos, el alma las va gritando viendo sus llantos completos. Los niños siguen pensando, que miedo tiene el abuelo, si nada nos va pasando si el virus va por el suelo. Las voces se ponen serias, los ojos lo van sintiendo, el virus deja miserias, mientras nos viene agrediendo. Desde La Mancha corriendo sin importarle la muerte, su presente es ir teniendo a la familia de frente. Manchegos con sus razones que las llevan en sus mentes, a nada dan negaciones sin querer sentirse ausentes. La pandemia no termina, más quiere dejar su ambiente, y la salud elimina sin ver que nunca lo siente. Desde La Mancha corriendo sin querer ser complaciente, las gentes viven sufriendo cuando ven llegar la muerte. El mañana va llegando con sus frases insolentes, por detrás viene dejando dolores en muchas gentes. Nadie conoce el futuro, ni si subimos pendiente, el camino sí que es duro, y además es penitente. Las abuelas son ejemplos de ser grandes cuidadoras, que no temen esos vientos con brisas aterradoras. Madrid se ve contagiada en estas duras jornadas, es la ciudad castigada viendo normas olvidadas. G X Cantalapiedra.