AQUEL MATRIMONIO MANCHEGO LLEGABA A LAS TIERRAS VASCAS
Era el año de 1952, cuando aquel matrimonio manchego de la provincia de Toledo, sin pensarlo demasiado, hablaron el marido y su esposa, de cómo podría ser la vida en las Vascongadas, donde un amigo y paisano suyo, les había comunicado su forma de trabajar y vivir, sin pensarlo demasiado, y estando en el paro en su tierra, sin cobrar nada, se decidieron marcharse para buscar un poco de futuro. Aquel día un autobús de paso les llevo hasta Madrid, donde en la estación del Norte, cogieron sus billetes para Bilbao, y en aquel tren llamado rápido, salieron con el corazón vibrando y las esperanzas puestas en otra forma de vida, que no fuera la agricultura, que ya en aquellos años se iba mecanizando, el camino les parecía fantástico, sus miradas al horizonte eran por Castilla La Vieja, parecidas a su Mancha natal, Viñedos, y en vez de olivos pinares, tierras de cereales, secanos con sus barbechos. Sus miradas se perdían en el horizonte, y al llegar cerca de Bilbao, empezaron a ver chimeneas gigantes echando humo, el matrimonio sin dudar en la estación de Bilbao, se subieron a un Taxi que les llevaría en casa de su amigo, Pero no era la ciudad de Bilbao, si no Baracaldo, en el Barrio de San Vicente, donde en pocos días encontraron trabajo aquel matrimonio manchego. Fueron años duros de trabajar muchas horas, tuvieron don hijos y su familia fue perfecta, teniendo su propio piso, y los hijos estudiando para ser personas preparadas. Fue entonces cuando la prejubilación del padre, a aquel matrimonio les hizo pensar en regresar a su tierra toledana. Pero sus hijos no pensaban lo mismo, habiendo nacido en Baracaldo, se sentían muy metidos en el ambiente de esa tierra vasca, los dos tenían sus novias, o futuras esposas, y los padres se sentían atados a tan buena familia, Fueron días de problemas, de querer trazar esquemas para la vejez, Todo parecía raro, los hijos muchas veces no son lo que los padres quisieran que fueran. Y volver a su tierra era como sentir el fracaso de su salida de La Mancha. Una noche el hijo mayor les dijo. “Soy un ciudadano del mundo que ha nacido en Vascongadas, pero no sé dónde terminare, eso sí en tu pueblo toledano espero que no”. Aquellas firmes y fuertes palabras dejaron al matrimonio sin recursos para contestar, Ya estaba escrito su futuro, sus nietos no serán manchegos, aunque sus padres nunca renegaran de esa tierra tan querida por sus habitantes. El futuro caminaba sin barreras ni fronteras, los hijos formaron su familia, y tuvieron sus hijos, nietos de aquel matrimonio, que abandono La Mancha, para poder vivir un poco mejor, y que el final de sus días será en esa tierra, donde llegaron un día sin conocerla, y allí descansaran para siempre. G X Cantalapiedra.
Era el año de 1952, cuando aquel matrimonio manchego de la provincia de Toledo, sin pensarlo demasiado, hablaron el marido y su esposa, de cómo podría ser la vida en las Vascongadas, donde un amigo y paisano suyo, les había comunicado su forma de trabajar y vivir, sin pensarlo demasiado, y estando en el paro en su tierra, sin cobrar nada, se decidieron marcharse para buscar un poco de futuro. Aquel día un autobús de paso les llevo hasta Madrid, donde en la estación del Norte, cogieron sus billetes para Bilbao, y en aquel tren llamado rápido, salieron con el corazón vibrando y las esperanzas puestas en otra forma de vida, que no fuera la agricultura, que ya en aquellos años se iba mecanizando, el camino les parecía fantástico, sus miradas al horizonte eran por Castilla La Vieja, parecidas a su Mancha natal, Viñedos, y en vez de olivos pinares, tierras de cereales, secanos con sus barbechos. Sus miradas se perdían en el horizonte, y al llegar cerca de Bilbao, empezaron a ver chimeneas gigantes echando humo, el matrimonio sin dudar en la estación de Bilbao, se subieron a un Taxi que les llevaría en casa de su amigo, Pero no era la ciudad de Bilbao, si no Baracaldo, en el Barrio de San Vicente, donde en pocos días encontraron trabajo aquel matrimonio manchego. Fueron años duros de trabajar muchas horas, tuvieron don hijos y su familia fue perfecta, teniendo su propio piso, y los hijos estudiando para ser personas preparadas. Fue entonces cuando la prejubilación del padre, a aquel matrimonio les hizo pensar en regresar a su tierra toledana. Pero sus hijos no pensaban lo mismo, habiendo nacido en Baracaldo, se sentían muy metidos en el ambiente de esa tierra vasca, los dos tenían sus novias, o futuras esposas, y los padres se sentían atados a tan buena familia, Fueron días de problemas, de querer trazar esquemas para la vejez, Todo parecía raro, los hijos muchas veces no son lo que los padres quisieran que fueran. Y volver a su tierra era como sentir el fracaso de su salida de La Mancha. Una noche el hijo mayor les dijo. “Soy un ciudadano del mundo que ha nacido en Vascongadas, pero no sé dónde terminare, eso sí en tu pueblo toledano espero que no”. Aquellas firmes y fuertes palabras dejaron al matrimonio sin recursos para contestar, Ya estaba escrito su futuro, sus nietos no serán manchegos, aunque sus padres nunca renegaran de esa tierra tan querida por sus habitantes. El futuro caminaba sin barreras ni fronteras, los hijos formaron su familia, y tuvieron sus hijos, nietos de aquel matrimonio, que abandono La Mancha, para poder vivir un poco mejor, y que el final de sus días será en esa tierra, donde llegaron un día sin conocerla, y allí descansaran para siempre. G X Cantalapiedra.