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DIME PALABRAS BONITAS
Aquella noche llorando me comentó ser sincero, le dije tal vez pensando sería fiel caballero. Dime palabras bonitas me reclamaba el manchego, cuando las mentes se agitan no quieren vivir el ruego. Háblame de las andadas de cualquier buen escudero, tengo las horas contadas y se me agota el dinero. Me preguntó con suspiros, coméntame el romancero, y mi mente pego giros ante tan buen caballero. La muerte fue galopando, escuchando el romancero, sus pasos fueron quedando entre sombras de un te quiero. Cuando la muerte cabalga sobre los caballos negros, puede ser que nada valga al ser momentos muy fieros. Entre sombras temerosas de las que vienen del cielo, ves palabras maliciosas que no pueden dar consuelo. La muerte viene con prisa, llega dejando su duelo, es posible que una brisa corra sobre nuestro suelo. Aquel manchego moría buscando su gran remedio, sobre su mente sentía un penoso y grave asedio. Sentí su mano temblando, lejos de la fantasía, al tiempo le vi rogando en su penosa agonía. No sirven ciertas palabras, ni tampoco simpatía, la muerte tiene sus arras y jamás busca armonía. Los llantos siguen su curso cuando se acaba la vida, dicen que queda el recurso de la triste despedida. Las palabras quedan rotas, con ellas las profecías, nadie comenta derrotas ni quiere penosos días. No debes contar la historia de alguna persona viva, que contiene en su memoria como la muerte se activa. Estos tiempos de pandemia llenos de trágicas vidas, nadie quiere hacer comedia ni explicar las despedidas. Cuando los vientos azotan los pasajes de la vida, muchas mentes ven derrotas en cualquier tierra querida. Dicen que lloran los campos, al ver perder tanta vida, y resuenan desencantos en alguna despedida. El mañana va esperando que cambie un poco esta vida, para así no ver llorando a las personas queridas. G X Cantalapiedra. 13 – 2 – 2021.
Aquella noche llorando me comentó ser sincero, le dije tal vez pensando sería fiel caballero. Dime palabras bonitas me reclamaba el manchego, cuando las mentes se agitan no quieren vivir el ruego. Háblame de las andadas de cualquier buen escudero, tengo las horas contadas y se me agota el dinero. Me preguntó con suspiros, coméntame el romancero, y mi mente pego giros ante tan buen caballero. La muerte fue galopando, escuchando el romancero, sus pasos fueron quedando entre sombras de un te quiero. Cuando la muerte cabalga sobre los caballos negros, puede ser que nada valga al ser momentos muy fieros. Entre sombras temerosas de las que vienen del cielo, ves palabras maliciosas que no pueden dar consuelo. La muerte viene con prisa, llega dejando su duelo, es posible que una brisa corra sobre nuestro suelo. Aquel manchego moría buscando su gran remedio, sobre su mente sentía un penoso y grave asedio. Sentí su mano temblando, lejos de la fantasía, al tiempo le vi rogando en su penosa agonía. No sirven ciertas palabras, ni tampoco simpatía, la muerte tiene sus arras y jamás busca armonía. Los llantos siguen su curso cuando se acaba la vida, dicen que queda el recurso de la triste despedida. Las palabras quedan rotas, con ellas las profecías, nadie comenta derrotas ni quiere penosos días. No debes contar la historia de alguna persona viva, que contiene en su memoria como la muerte se activa. Estos tiempos de pandemia llenos de trágicas vidas, nadie quiere hacer comedia ni explicar las despedidas. Cuando los vientos azotan los pasajes de la vida, muchas mentes ven derrotas en cualquier tierra querida. Dicen que lloran los campos, al ver perder tanta vida, y resuenan desencantos en alguna despedida. El mañana va esperando que cambie un poco esta vida, para así no ver llorando a las personas queridas. G X Cantalapiedra. 13 – 2 – 2021.