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AQUEL MANCHEGO FUE CAMINANDO
Desde su sufrida infancia dejó su tierra querida, y con sueños de arrogancia inicio su despedida. Catorce sufridos años en familia numerosa, quiso subir los peldaños y ver su vida otra cosa. Aprendiz de bodeguero para ganar su salario, sin verse nunca altanero fue trabando a diario. En diferentes oficios aprendiendo las lecciones, tuvo que pasar suplicios sin abandonar razones, Con el tiempo fue subiendo, con sus muchas soluciones, mientras sudaba sonriendo y ganando sus acciones. La suerte le acompañaba y dejó de ser obrero, el negocio que montaba siempre le llegó dinero. Manchego de pura cepa, sin olvidar sus raíces, el no quiso ser un trepa ni hablar de sus cicatrices. Apenas lo comentaba lo duro que fue su infancia, el tan solo recordaba que hoy vive con elegancia. Sin pregonar su dinero, ni querer borrar sus pasos, el manchego caballero nunca habló de los fracasos. Si ver molinos de viento, ni soñar con Don Quijote, no comenta el sufrimiento ni herencia que fueran dote. Una noche de verano cuando los grillos estallan, me comentó ser humano de los que temen las tallas. Entendí sus pasos lentos que borraban confusiones, y noté que sus inventos eran soñar con millones. La suerte le fue marcando incluso por otros lares, comentan que fue ganando vendiendo ciertos hogares. Me habló de La Mancha un día para decirme sus males, y yo sentí su alegría al ver raíces normales. Cuando te marca la vida entre grises confusiones, buscas la ruta elegida donde brillen las razones. Sin conocer el descanso, trabajando noche y día, su vida no fue un remanso ni un camino de armonía. Cuando sobran los fantasmas que pregonan fantasía, nunca notarás las llamas de la pena y la porfía. Pueden sonar los tambores con la mala sintonía, y puedes pasar dolores que solo dan agonía. G X Cantalapiedra.
Desde su sufrida infancia dejó su tierra querida, y con sueños de arrogancia inicio su despedida. Catorce sufridos años en familia numerosa, quiso subir los peldaños y ver su vida otra cosa. Aprendiz de bodeguero para ganar su salario, sin verse nunca altanero fue trabando a diario. En diferentes oficios aprendiendo las lecciones, tuvo que pasar suplicios sin abandonar razones, Con el tiempo fue subiendo, con sus muchas soluciones, mientras sudaba sonriendo y ganando sus acciones. La suerte le acompañaba y dejó de ser obrero, el negocio que montaba siempre le llegó dinero. Manchego de pura cepa, sin olvidar sus raíces, el no quiso ser un trepa ni hablar de sus cicatrices. Apenas lo comentaba lo duro que fue su infancia, el tan solo recordaba que hoy vive con elegancia. Sin pregonar su dinero, ni querer borrar sus pasos, el manchego caballero nunca habló de los fracasos. Si ver molinos de viento, ni soñar con Don Quijote, no comenta el sufrimiento ni herencia que fueran dote. Una noche de verano cuando los grillos estallan, me comentó ser humano de los que temen las tallas. Entendí sus pasos lentos que borraban confusiones, y noté que sus inventos eran soñar con millones. La suerte le fue marcando incluso por otros lares, comentan que fue ganando vendiendo ciertos hogares. Me habló de La Mancha un día para decirme sus males, y yo sentí su alegría al ver raíces normales. Cuando te marca la vida entre grises confusiones, buscas la ruta elegida donde brillen las razones. Sin conocer el descanso, trabajando noche y día, su vida no fue un remanso ni un camino de armonía. Cuando sobran los fantasmas que pregonan fantasía, nunca notarás las llamas de la pena y la porfía. Pueden sonar los tambores con la mala sintonía, y puedes pasar dolores que solo dan agonía. G X Cantalapiedra.