SIN PREGUNTAR POR DONDE.
Como un perro callejero que no sabe dónde marcha, sin entender de dinero se fue buscando La Mancha. Le hablaron desde pequeño de molinos y arrogancia, y logro verse risueño sin pensar en su ignorancia. Como un vulgar vagabundo que soñaba el mundo entero, quiso ver en el absurdo lo que es un buen caballero. Fue recorriendo La Mancha, con diabluras de venteros, y en la soledad se engancha con signos aventureros. Pensamientos desde niño por sentirse un viajero, que va buscando cariño sin querer ser embustero. Plazas y calles hermosas fueron su perfecto sueño, en sus horas más dichosas quiso ser hombre risueño. Sin preguntar dónde estaba, ni sentirse pordiosero, sobre los campos andaba entre el frío pasajero. Muchos días de penumbra, con sus grados bajo cero, solo la pena le alumbra sin verse nunca altanero. Sin entender sus razones, mirando de noche al cielo, buscando las vibraciones de esa tierra de consuelo. En su corazón llevaba clarines para el recuerdo, y su mente le anunciaba que era bueno seguir cuerdo. Eran años penitentes, con las brisas y los ruegos, sendas que siguen presentes aunque existan nuevos riegos. La Mancha le dejó huellas sin ser un tremendo infierno, en sus horas poco bellas su tiempo rodaba eterno. Pensando volver a casa para contar sus momentos, y hablar del sol que te abrasa entre sufridos lamentos. Los sueños se van volando por los caminos del viento, y el alma sigue buscando para no vivir tormento. La Mancha tiene leyendas que vuelan sembrando vientos, alguna frase te engancha que pudiera darte alientos. Sin pensar en Don Quijote, ni querer buscar aliento, nadie quiere de rebote ser un vulgar descontento. Los caminos de La Mancha se llenan de sentimiento, y puede que si te engancha te ofrezcan conocimiento. Puedes pisarlos tranquilo los caminos más austeros, más todos tienen su filo con signos de refraneros. G X Cantalapiedra.
Como un perro callejero que no sabe dónde marcha, sin entender de dinero se fue buscando La Mancha. Le hablaron desde pequeño de molinos y arrogancia, y logro verse risueño sin pensar en su ignorancia. Como un vulgar vagabundo que soñaba el mundo entero, quiso ver en el absurdo lo que es un buen caballero. Fue recorriendo La Mancha, con diabluras de venteros, y en la soledad se engancha con signos aventureros. Pensamientos desde niño por sentirse un viajero, que va buscando cariño sin querer ser embustero. Plazas y calles hermosas fueron su perfecto sueño, en sus horas más dichosas quiso ser hombre risueño. Sin preguntar dónde estaba, ni sentirse pordiosero, sobre los campos andaba entre el frío pasajero. Muchos días de penumbra, con sus grados bajo cero, solo la pena le alumbra sin verse nunca altanero. Sin entender sus razones, mirando de noche al cielo, buscando las vibraciones de esa tierra de consuelo. En su corazón llevaba clarines para el recuerdo, y su mente le anunciaba que era bueno seguir cuerdo. Eran años penitentes, con las brisas y los ruegos, sendas que siguen presentes aunque existan nuevos riegos. La Mancha le dejó huellas sin ser un tremendo infierno, en sus horas poco bellas su tiempo rodaba eterno. Pensando volver a casa para contar sus momentos, y hablar del sol que te abrasa entre sufridos lamentos. Los sueños se van volando por los caminos del viento, y el alma sigue buscando para no vivir tormento. La Mancha tiene leyendas que vuelan sembrando vientos, alguna frase te engancha que pudiera darte alientos. Sin pensar en Don Quijote, ni querer buscar aliento, nadie quiere de rebote ser un vulgar descontento. Los caminos de La Mancha se llenan de sentimiento, y puede que si te engancha te ofrezcan conocimiento. Puedes pisarlos tranquilo los caminos más austeros, más todos tienen su filo con signos de refraneros. G X Cantalapiedra.