TIEMPOS DE COPLAS DE CIEGOS
Han pasado muchos años de aquellas coplas de ciego, se han asumido los daños y ya no se busca espliego. El ciego paso cantando por muchos pueblos manchegos, la pandereta sonando al compás del romancero… En la provincia de Cuenca, allí donde corre el viento, siempre sonaba la tecla con dolor del amor muerto. Un crimen para contarlo por las calles de algún pueblo, al ciego debes de darlo una limosna que tiemblo. Canciones que se quedaban en las gentes de los pueblos, versos que lejos llegaban por caminos y senderos. Eran tiempos de romances con cruces de cementerios, donde se lloran los lances y se conocen misterios. Canciones que van volando y que rompen el silencio, las gentes van escuchando que todo tiene su precio. Por los caminos manchegos las coplas nunca murieron, a veces entre los pliegos donde mucho se escribieron. Un labrador de La Mancha escuchaba al pobre ciego, y en su historia ve revancha que no se precisa ruego. Amores abandonados que con el tiempo murieron, caminos que desolados nunca su vivir quisieron. Las coplas fueron volando por destinos con brasero, y algunas hasta volando llegaron al Río Duero. Eran tiempos de amistades con tertulias y sombrero, donde se vieron verdades que no buscaban dinero. Los ciegos de aquellas coplas, de la vida si supieron, con sus zapatillas rotas su cultura la ofrecieron. La pandereta sonando, alguna guitarra luego, la vida se iba cantando mientras se buscaba el ruego. Aquellas coplas marcharon camino del romancero, y por La Mancha alegraron a cualquier aventurero. Hoy los recuerdos afloran sobre los campos abiertos, y muchas mentes decoran al recordar a sus muertos. G X Cantalapiedra.
Han pasado muchos años de aquellas coplas de ciego, se han asumido los daños y ya no se busca espliego. El ciego paso cantando por muchos pueblos manchegos, la pandereta sonando al compás del romancero… En la provincia de Cuenca, allí donde corre el viento, siempre sonaba la tecla con dolor del amor muerto. Un crimen para contarlo por las calles de algún pueblo, al ciego debes de darlo una limosna que tiemblo. Canciones que se quedaban en las gentes de los pueblos, versos que lejos llegaban por caminos y senderos. Eran tiempos de romances con cruces de cementerios, donde se lloran los lances y se conocen misterios. Canciones que van volando y que rompen el silencio, las gentes van escuchando que todo tiene su precio. Por los caminos manchegos las coplas nunca murieron, a veces entre los pliegos donde mucho se escribieron. Un labrador de La Mancha escuchaba al pobre ciego, y en su historia ve revancha que no se precisa ruego. Amores abandonados que con el tiempo murieron, caminos que desolados nunca su vivir quisieron. Las coplas fueron volando por destinos con brasero, y algunas hasta volando llegaron al Río Duero. Eran tiempos de amistades con tertulias y sombrero, donde se vieron verdades que no buscaban dinero. Los ciegos de aquellas coplas, de la vida si supieron, con sus zapatillas rotas su cultura la ofrecieron. La pandereta sonando, alguna guitarra luego, la vida se iba cantando mientras se buscaba el ruego. Aquellas coplas marcharon camino del romancero, y por La Mancha alegraron a cualquier aventurero. Hoy los recuerdos afloran sobre los campos abiertos, y muchas mentes decoran al recordar a sus muertos. G X Cantalapiedra.