VILLANUEVA DE ALCARDETE: LA FABULA DEL LABRADOR EXAGERANDO...

LA FABULA DEL LABRADOR EXAGERANDO
Eran los tiempos de la época pasada, un labrador de pequeñas propiedades, o sea de un par de acémilas, decidió salir de su pueblo, para buscarse una novia, y así acabar con su soledad, ya que habiendo fallecido su madre, se encontraba solo, y sin saber qué hacer en su domicilio familiar, para tenerlo curioso, pensando en buscarse una mujer, que le pudiera servir de esposa, a la vez de ama de casa. Un conocido le habló de una mujer de un lugar de La Mancha, que parecía ser una perfecta esposa y compañera, que sin dudarlo se marchó a conocerla, y con un amigo suyo, que le llevaba para afirmar y aumentar sus palabras, se dirigieron aquel pueblo manchego, donde pronto dieron con la casa del labrador indicado, donde vivía aquella mujer más joven que el labrador pretendiente, al llegar al domicilio, le fue permitido el paso, ya que no parecían ser personas de malas intenciones, entonces el hombre aquel, ya con sus cuarenta y tantos años, después de haber visto a la joven, le pareció fabulosa, y mucho más joven que él, y empezando su presentación delante de los padres de la joven, empezó diciendo, “Vengo a ver si pudiera casarme con su hija, yo soy un pequeño labrador, que pudiera mantenerla, ya que tengo algunas fincas de labranza”, a lo que el amigo que le acompañaba exagerando dijo, “Unas pequeñas fincas no, son cantidad de hectáreas, parcelas grandísimas”. Y el pretendiente continúo, “tengo unas aranzadas de viñas”, y el amigo exagerando dijo, “son cantidad de viñedos, muchas fanegas plantadas”. El pretendiente, llego a decir, “eso sí soy un poco corto de vista”, y el amigo sin dudarlo comentó, “no es un poco corto de vista, es que no ve nada”. El padre de la joven le comentó, “como puede llevar usted la labranza”. Y entonces el pretendiente, dijo, “Con la presencia de su hija está todo solucionado”. El padre de la joven sin pensarlo ni un momento, les invito a salir de su vivienda, diciéndoles, “mi hija se casará, pero no quiero que sea un lazarillo. Vayan con dios y en buena compañía, mi hija se casará con quien ella quiera en su día, y así será su compañía, que siempre la de armonía y una perfecta alegría. Para seguir caminando día a día con su buena simpatía y derrochando alegría”… Esta fábula fue cierta por distintos lugares de España. G X Cantalapiedra.