TUVO QUE VOLVER ANDANDO
Era el final de la guerra incivil española, aquel hombre manchego con sus cuarenta y cinco años, tuvo que volver a su pueblo toledano de La Mancha, entonces Castilla la Nueva. En aquellos días donde no tener salvo conducto, era terminar en campos de concentración o prisiones, Este hombre que nunca estuvo metido en política, habiendo estado en Madrid durante esa etapa, trabajando en bares, al terminar la guerra le pedían salvoconducto, y no le quedaba más remedio que volver a su pueblo, donde él nunca había tenido demasiados problemas, su economía era mala, y el transporte en aquel tiempo deficiente, más se cargó de coraje, e inicio su camino sin dudar demasiado, eran alrededor de cien kilómetros, necesito cuatro días enteros, para llegar donde vivían sus padres, en el pueblo manchego, tuvo unos días difíciles, nadie le quería hacer caso, y darle salvoconducto, se ve que lo veían comprometido, las autoridades que se impusieron por las armas, estuvo intentando trabajar en alguna historia, y al estar soltero sus padres que aun vivían, lucharon por conseguir el objetivo, de lograr los papeles de ser documentado, Después de un mes, el hombre de nuevo pudo volver a Madrid, esta vez en carros y animales de carga, y empezó su trabajo en una cafetería del centro de Madrid, donde algunas personas disfrutaban metiéndose con los camareros, pensando que todos habían sido gente del ejercito republicano, aunque fueran mayores de edad, Este hombre manchego tuvo que aguantar demasiadas bromas pesadas, y aunque su salvoconducto le salvo de terminar en prisión, tuvo que callarse y seguir despachando al público, incluso oyendo faltas de respeto, de algún cliente con malas ideas, y ganas de bronca, de personas que se pasaban ciertas veces, Aquel hombre manchego, entendió que su mundo no era las guerras, ni las formas de andar por la vida, pero si se acordaba, que tuvo que ir a buscar sus papeles de documentación, en el lugar de nacimiento, para poder seguir siendo un hombre con dignidad y respeto al prójimo, su futuro se fue condicionando a la forma de vida aquella, y termino siendo un jubilado sin demasiados problemas, aunque nunca olvido sus raíces toledanas y manchegas, G X Cantalapiedra.
Era el final de la guerra incivil española, aquel hombre manchego con sus cuarenta y cinco años, tuvo que volver a su pueblo toledano de La Mancha, entonces Castilla la Nueva. En aquellos días donde no tener salvo conducto, era terminar en campos de concentración o prisiones, Este hombre que nunca estuvo metido en política, habiendo estado en Madrid durante esa etapa, trabajando en bares, al terminar la guerra le pedían salvoconducto, y no le quedaba más remedio que volver a su pueblo, donde él nunca había tenido demasiados problemas, su economía era mala, y el transporte en aquel tiempo deficiente, más se cargó de coraje, e inicio su camino sin dudar demasiado, eran alrededor de cien kilómetros, necesito cuatro días enteros, para llegar donde vivían sus padres, en el pueblo manchego, tuvo unos días difíciles, nadie le quería hacer caso, y darle salvoconducto, se ve que lo veían comprometido, las autoridades que se impusieron por las armas, estuvo intentando trabajar en alguna historia, y al estar soltero sus padres que aun vivían, lucharon por conseguir el objetivo, de lograr los papeles de ser documentado, Después de un mes, el hombre de nuevo pudo volver a Madrid, esta vez en carros y animales de carga, y empezó su trabajo en una cafetería del centro de Madrid, donde algunas personas disfrutaban metiéndose con los camareros, pensando que todos habían sido gente del ejercito republicano, aunque fueran mayores de edad, Este hombre manchego tuvo que aguantar demasiadas bromas pesadas, y aunque su salvoconducto le salvo de terminar en prisión, tuvo que callarse y seguir despachando al público, incluso oyendo faltas de respeto, de algún cliente con malas ideas, y ganas de bronca, de personas que se pasaban ciertas veces, Aquel hombre manchego, entendió que su mundo no era las guerras, ni las formas de andar por la vida, pero si se acordaba, que tuvo que ir a buscar sus papeles de documentación, en el lugar de nacimiento, para poder seguir siendo un hombre con dignidad y respeto al prójimo, su futuro se fue condicionando a la forma de vida aquella, y termino siendo un jubilado sin demasiados problemas, aunque nunca olvido sus raíces toledanas y manchegas, G X Cantalapiedra.