70, AÑOS QUE ASÍ SE REFLEXIONABA
Han pasado muchos años de aquellas cosechadoras, que dejaban los rastrojos con señales tentadoras, Hoy son otras las labores, ni trillos ni rastras fuera, las eras de los señores no hay cereales de primera, Las escobas de la parva, las mulas que dando vueltas, eran en la tarde salsa del trillar sin ver las fiestas. Muelos de cereales limpios, los trigos para el granero, las cebadas si están limpias son comidas para enero. Cuantas horas en los trillos, los rastrojos todos secos, las eras soltando brillos de herraduras con sus record. Moza que vas a la era por ver si te sale novio, el verano no te espera para lograr matrimonio. Estas tierras toledanas cargadas de sol caliente, hacen preciosas mañanas incluso sin ver la gente. Como cambian las costumbres, como cambiaron las cosas, en las casas vieron lumbres que jamás llamaron losas. Veranos de madrugada, con las hoces trabajando, sin apenas no ver nada fueron gavillas segando. Esos campos tan inmensos con sus viñedos brillando, no pueden seguir tan tensos al ver la guerra dañando. Han pasado setenta años de los trillos y las eras, hoy se sufren otros daños más allá de las fronteras. Los segadores manchegos con las hoces en la mano, supieron de bellos riegos y del trabajo inhumano. Sin mulas y sin arrieros los campos se ven profanos, estos tiempos pasajeros les tememos los humanos. Cosechadoras con prisa se ven por todos los campos, hasta que llega esa brisa que parece soltar llantos. Segadores con esfuerzo con dediles amarrados, sus sudores sin el cierzo sobre los llanos segados. Cuantas palabras perdidas, cuantos nombres olvidados, las frases siguen erguidas y sus tiempos acallados. Mi grito de admiración a las gentes de esos llanos, que tuvieron su misión en trabajos inhumanos. G X Cantalapiedra.
Han pasado muchos años de aquellas cosechadoras, que dejaban los rastrojos con señales tentadoras, Hoy son otras las labores, ni trillos ni rastras fuera, las eras de los señores no hay cereales de primera, Las escobas de la parva, las mulas que dando vueltas, eran en la tarde salsa del trillar sin ver las fiestas. Muelos de cereales limpios, los trigos para el granero, las cebadas si están limpias son comidas para enero. Cuantas horas en los trillos, los rastrojos todos secos, las eras soltando brillos de herraduras con sus record. Moza que vas a la era por ver si te sale novio, el verano no te espera para lograr matrimonio. Estas tierras toledanas cargadas de sol caliente, hacen preciosas mañanas incluso sin ver la gente. Como cambian las costumbres, como cambiaron las cosas, en las casas vieron lumbres que jamás llamaron losas. Veranos de madrugada, con las hoces trabajando, sin apenas no ver nada fueron gavillas segando. Esos campos tan inmensos con sus viñedos brillando, no pueden seguir tan tensos al ver la guerra dañando. Han pasado setenta años de los trillos y las eras, hoy se sufren otros daños más allá de las fronteras. Los segadores manchegos con las hoces en la mano, supieron de bellos riegos y del trabajo inhumano. Sin mulas y sin arrieros los campos se ven profanos, estos tiempos pasajeros les tememos los humanos. Cosechadoras con prisa se ven por todos los campos, hasta que llega esa brisa que parece soltar llantos. Segadores con esfuerzo con dediles amarrados, sus sudores sin el cierzo sobre los llanos segados. Cuantas palabras perdidas, cuantos nombres olvidados, las frases siguen erguidas y sus tiempos acallados. Mi grito de admiración a las gentes de esos llanos, que tuvieron su misión en trabajos inhumanos. G X Cantalapiedra.