VILLANUEVA DE ALCARDETE: LLANURAS QUE DEJAN HUELLAS...

LLANURAS QUE DEJAN HUELLAS
Eran las cinco terribles de la tarde, de aquel día 8, de julio de 1970, el coche SEAT, 1500, VIFARO, CON MOTOR BARREIROS, C. 60. Circulaba por los llanos de La Mancha toledana, el calor cercano a los 40, grados, los ocupantes del coche, sin poder aguantar dicho calor, ya que entonces eran contados los coches con aire acondicionado, fabricados en España, decidieron pararse en una gasolinera, al ver que el coche era un horno, no pudiendo abrir los cortavientos, por no quemarse del fuego del asfalto, la parada fue larga, quizá más de una hora, en ese tiempo, tomaron café, copa y un cuba libre, para amortiguar dicho calor de los grandes de aquel verano.
El coche estaba a la sombra, peo era fuego lo que despedía dicho motor, que, según los mecánicos, pesaba dicho motor Barreiros, 750, kilos, incluso el puente y sus amortiguadores, tuvieron que ser reforzados, más la fuerza que desarrollaba, y el ruido que metía, parecía ser un camión de varias toneladas de carga.
En aquellos tiempos, comenzaban a verse las cosechadoras, por los campos manchegos, donde el polvo que levantaban imponía a las personas que los veían trabajar en tan grandiosas llanuras.
Fueron años duros y sacrificados, las personas no tenían demasiado miedo a las horas de trabajar, cada cual en su oficio supo salir adelante, incluso con coches y camiones sin muchas comodidades, este automóvil SEAT 1500, que en aquellos años era el más conocido en España, no tenía la dirección asistida, y con dicho motor para maniobrar en lugares de aparcamiento difícil, era sudar, su sistema de embrague era duro como una piedra. Y los frenos para hacerse con el vehículo, eran injertos, ya que los traídos de fabrica no valían para tanto peso. El cable del acelerador era el de una bicicleta de frenar, cuando se rompía, cualquier cuerda desde el volante te servía para continuar camino.
Todos aquellos inventos, hicieron adelantar a las fábricas de coches, para mejorar sus sistemas, y no poder meter las manos en dichos motores, ni poder cambiar las correas del alternador, entonces dinamo. Fueron tiempos de aprendizaje, sin apenas conocer las autovías, y las carreteras nacionales, casi siempre en obras, pero hicieron conductores, que sabían como salir de cualquier apuro. Era difícil no poder echar un remedio en poco tiempo, Ni los calores, ni los fríos con heladas y nieve, frenaron demasiado a los profesionales del volante de entonces. G X Cantalapiedra.