Pequeño
mar, de
aguas cautivadas,
Por el regazo de orillas polvorientas,
Que explotan de tu pecho liberadas
Por la
nieve o aguaceros de
tormenta.
En desorden acuden las
ovejas
A beber en las aguas estivales
Produciendo en el fondo sus guedejas,
Rellicarios de seres fantasmales.
¡ Oh!, Cuanta sed calmaste al pollino,
A la
cabra al
caballo o al cochino,
Orgullo del sufrido ganadero.
Que empachados los lleva hasta el establo,
Quedando mi lavajo hecho un
retablo,
De lunas de cometas y luceros.
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