Hay actitudes y hechos en la historia de los pueblos, tan irreversiblemente degradantes y de mal gusto, que dejarán la huella degenerativa de una época, marcada por el ingenuo engaño de sus pobladores. Guiados por unos mandatarios ambiciosos, ignorantes y vulgares. Cómplices de unas “megalíticas” construcciones aberrantes, cutres y chabacanas, que traspasando férreamente los límites legales, éticos y estéticos de la comprensión humana, ignoraron el daño y el engaño, permitiendo y consintiendo la degradación del entorno.
AGUADILLOS
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