Aldeavieja. Su topónimo aclara sin paliativos su origen.
Poco puedo aportar sobre la
historia de este enclave abulense ya que simplemente soy un vecino geográfico. Habrá que esperar a que algún hijo del
pueblo escriba “algo” sobre Aldeavieja y sus circunstancias históricas; pero sí quiero hacer constar que este
rincón de la tierra abulense tiene como natural a uno de los hombres que fue protagonista de uno de los episodios bélicos más importantes de los últimos tiempos.
Se trata de DOMINGO CASTRO CAMARENA. Soldado de 2ª / 3ª Cía., combatiente en Filipinas y uno de los héroes de Baler (los últimos de Filipinas).
Domingo nació en Aldeavieja el 13 de mayo de 1877. Era uno de los cinco hijos del matrimonio formado por José Castro, de profesión cantero, y Blasa Camarena.
Según consta era uno de los pocos reclutas de aquella época que tenía conocimientos de lectura y escritura. Se incorporó al servicio como recluta voluntario el 20 de abril de 1897, a los 20 años de edad. Zarpó a bordo del vapor
correo Covadonga el 19 de mayo de dicho año, y nada más llegar al archipiélago entró en combate. Nombres tan olvidados y desconocidos para nosotros como Calumpir, Aliaga, Cabatuan y Capiz, no lo fueron para este
joven de Aldeavieja.
Podemos suponer el impacto que recibiría al comparar la aridez de su tierra natal y la exuberancia de las selvas filipinas.
Por circunstancias del destino formó parte del destacamento destinado a la población de Baler, y una vez allí se convirtió en uno más de los protagonistas de la gesta.
No aparece como herido o contusionado durante el sitio en la relación efectuada por el Tte.
médico Rogelio Vigil de Quiñones, pero si sabemos que enfermó de Beriberi. “Que no ha recibido malos tratos y que no tiene ninguna reclamación que hacer, pudiendo añadir que en los tres meses o cuatro que estuvo con el beriberi, los oficiales le atendían dándole parte de su
comida”, declaraba Domingo en el llamado Expediente Manila.
Una vez terminado el histórico asedio, fue Domingo el soldado que sufrió un asalto en el trayecto de regreso a Manila. Allí le robaron la
bandera que custodiaba por orden de Martín
Cerezo, así como la documentación del destacamento, incluyendo la sumaria contra los desertores.
Ya en la península, a finales de septiembre de 1899 llegó a su pueblo, teniendo una fría acogida. Allí conoció la muerte de su padre, acaecida cuatro meses antes de su regreso. Al haber sido dado por muerto en Filipinas se habían celebrado funerales en su memoria.
Posteriormente se afincó en
Madrid con un pariente que le acogió por caridad. También sabemos que ingresó en el Cuerpo de Seguridad Pública de la capital antes del 10 de julio de 1900, fecha en que contrae matrimonio con Dolores Rodríguez (13 años mayor que él), y de este enlace nacieron tres hijos, de los cuales solo dos salieron adelante, Jaime y Tomás. A edad muy temprana, Jaime fallecería al caer de un muro mientras jugaba.
Ingresó en el Cuerpo de Carabineros el 14 de agosto de 1906, pasando por diversos destinos.
Cuentan una anécdota en que estando nuestro protagonista desfilando como Carabinero, un oficial del
ejército se fijó en la “rara” condecoración que Domingo lucía. El
militar sospechó que se trataba de algo no reglamentario y se encaró con él. Al comprobar que se trataba de la
placa de plata que todos los héroes de Baler podían lucir, tanto en uniformes como en la ropa de paisano, se avergonzó de su actitud, saludó militarmente y se retiró.
Con 53 años pasó a la situación de Retiro Forzoso, fijando su residencia en Monforte.
Su paso por valer dejó en Domingo una salud frágil de por vida, sufriendo varios episodios de hemoptisis (expulsión de sangre procedente de los pulmones causada por lesiones en las
vías respiratorias).
Falleció en la localidad de Monforte de Lemos con posterioridad al comienzo de la Guerra Civil, sin conocer la fecha exacta. Está enterrado en el
cementerio municipal de esa localidad.
Como único
homenaje conocido tiene una
calle dedicada en su población natal de Aldeavieja.