El lingüista y etimólogo catalán Joan Corominas sostuvo la hipótesis de un origen celta del topónimo, derivado de Arevalon, compuesto a su vez de are, que vendría a significar «junto a», y de valon, con el significado de «empalizada». Otros autores proponen un origen latino del topónimo, a partir de acrifulu —abeto en latín—, que evolucionaría a Agrébalo y finalmente a Arévalo.