El otro día haciendo estas fotos en el entorno de Arévalo, vinieron a mi mente lejanos recuerdos.
Hará entre cincuenta o sesenta años, en las entradas de Arévalo había una caseta con un guarda y cada vez que pasaba un carro, este guarda le daba una papeleta y el dueño del carro tenía que abonar una peseta.
Viejas costumbres pero así era, no entendí nunca, porque había que abonar una peseta por entrar en Arévalo, con las pocas pesetas que había, hace sesenta años.
Ahora los tiempos han cambiado...