El castillo de Arévalo constituye un referente histórico único. Imprescindible para entender la identidad cultural de nuestro país. Edificado a mediados del siglo XV por el Duque de Arévalo, pasó a manos de la reina Isabel I de Castilla en 1480. Su esposo, Fernando el Católico, potenciaría su estructura como fortaleza mediante sucesivas reformas. Posteriormente fue convertido en prisión real pero las guerras de Sucesión y de la Independencia supusieron el desmantelamiento del conjunto, siendo transformado en cementerio y utilizado como cantera para las edificaciones locales.