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AVILA: Mi madre ha caído enferma y sus ojos negros,...

Mi madre ha caído enferma y sus ojos negros,
y en silencio, han adquirido
la tranquilidad del crepúsculo.
Está sola, triste, lejana,
nos invade a los hijos un temor en el alma.

Cuando la miro, siento un nudo en el pecho,
sólo soy un satélite pequeño que gira lloroso alrededor de su
espacio.
Ahora todo resulta diferente, la mesa, las ventanas, los
hermanos, las noches.
Los pasos que se dan en la casa, son conocidos:
del comedor a su cama; de la calle, del colegio,
de la cocina, del dormitorio,
todos los pasos se dirigen a su cama.
Y las palabras se concretizan en una sola pregunta diaria:
¿Cómo sigues mamá?

Está enferma, parece que muy enferma,
porque hay tristeza y dolor en la casa;
porque hay soledad refugiada en rincones;
porque en las noches se la llevan en auto,
y nosotros quedamos mordisqueando las lágrimas.
Porque amanece el día, y ella permanece en cama.
Parece que hasta el tiempo se hubiese detenido.

Cuando estoy en su cama sonrío, la beso,
le digo que no hay problemas, ni en el colegio,
ni en la casa;
que todo está limpio, que no hay reclamos,
y que todos esperamos que se reponga.
Pero por dentro hay inmenso temor y tristeza en el alma.

Los mayores se miran.
La madre está enferma. Está enferma la casa.
El mundo está enfermo. La vida se acaba.