Luz ahora: 0,14722 €/kWh
Sigo esccribiendo sobre las vivencias que no había terminado. Lo último fué sobre el día de mi boda, como no, la de fiestas vividas y compartidas con mis seres más queridos y amigas o amigos. Y yá para terminar, los momentos más tristes vividos, como se iban las personas más queridas para otra
gente y como en muy poquito, los
mios, me refiero a mis padres para mí dos personas irrepetibles
Y como se suele hacer homenajea las personas importantes, pues ahí vá este para mis padres, Benedicto y Cecilia. Os quiero, y siempre estareis vivos en nuestro recuerdo.
gente y como en muy poquito, los
mios, me refiero a mis padres para mí dos personas irrepetibles
Y como se suele hacer homenajea las personas importantes, pues ahí vá este para mis padres, Benedicto y Cecilia. Os quiero, y siempre estareis vivos en nuestro recuerdo.
Recuerdos del día de todos los santos de mi niñez
Cierro los ojos y recuerdo ese día como si fuera ahora. Me levantaba por la mañana pronto y me iba con mi abuela, llevaba un farolillo y una corona blanca, de plumas y la poníamos encima de una cruz de hierro que entonces es lo que había. Pasaron bastantes años más y llevábamos dos, la de su hija y la de mi abuelo, era morada. Entonces las guardaban, sería costumbre. Recuerdo ver a mi abuela triste, y como no iba a estarlo, perdiendo a su hija con 29 añitos, demasiado la pobre. Ella, dijo a mi madre, cuándo yo falte hija, que no le falten unas flores! Y ahora como no están, ni mi padre, ni mi madre, soy yo la que me encargo de que no os falten flores. Dicen que no sirven para nada, que en vida, pero viendo a mi madre, el respeto y el trato que tuvo hacia mi abuela, pues un ejemplo a seguir. Os quiero a todos, allá donde esteis, y mientras yo viva no os faltarán unas flores. Pero lo que más vale nuestro recuerdo. En honor a todos los que se fueron!
Cierro los ojos y recuerdo ese día como si fuera ahora. Me levantaba por la mañana pronto y me iba con mi abuela, llevaba un farolillo y una corona blanca, de plumas y la poníamos encima de una cruz de hierro que entonces es lo que había. Pasaron bastantes años más y llevábamos dos, la de su hija y la de mi abuelo, era morada. Entonces las guardaban, sería costumbre. Recuerdo ver a mi abuela triste, y como no iba a estarlo, perdiendo a su hija con 29 añitos, demasiado la pobre. Ella, dijo a mi madre, cuándo yo falte hija, que no le falten unas flores! Y ahora como no están, ni mi padre, ni mi madre, soy yo la que me encargo de que no os falten flores. Dicen que no sirven para nada, que en vida, pero viendo a mi madre, el respeto y el trato que tuvo hacia mi abuela, pues un ejemplo a seguir. Os quiero a todos, allá donde esteis, y mientras yo viva no os faltarán unas flores. Pero lo que más vale nuestro recuerdo. En honor a todos los que se fueron!