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BERCIAL DE ZAPARDIEL: RELATO SAN BLAS 2010 ...

RELATO SAN BLAS 2010
Bercial de Zapardiel (Ávila)
http://bercialdezapardiel. com/SA BLAS 2010/SAN BLAS 2010-REPOR-1. htm

POR BRUNO COCA

VISPERAS (2 de febrero)

Día dos de febrero. Las quintas y quintos se acercan a la casa del señor cura a pedir permiso, la llave de la iglesia y de la torre para subir al campanario. A las 16 horas, previo engrase y revisión de las campanas, la campana principal se “arranca” y se inicia el repique y tradicional concierto de vísperas del día de las Candelas. Este año hemos podido disfrutar de una tarde estupenda, el cielo azul, totalmente despejado; la temperatura primaveral. Otros años hemos tenido que soportar con estoicismo y gran devoción: frío intenso, agua, vientos huracanados; pero nunca, nunca, se han dejado de tocar las campanas por muy adversas que hayan sido las condiciones de mal tiempo. De esta forma, y con una temperatura estupenda, se inicia tímidamente el sonido de repicar de las campanas, anuncio de la celebración y llama da a vísperas, que se celebrarán una hora después.

Cuando se oye y retumba en todo el pueblo el primer golpe de badajo sobre el bronce del vaso de la campana, supone la evidencia, el síntoma inequívoco de que las fiestas de Bercial de Zapardiel han comenzado de forma oficial. Para mí el sonido del toque a vísperas siempre me ha supuesto un motivo de emoción, en el que por todo mi cuerpo recorre una sensación especial, difícil de describir, pero que año tras año desde mi niñez, me ha sucedido. Y hoy, con el paso del tiempo, sigo experimentando de forma invariable esta misma experiencia.

Este año, con la lección bien aprendida, allí estaban para cumplir con la tradición los quintos/as. En primera línea, y tocando en la primera tanda, los quintos Francisco Jimeno (Kico) y Miguel Ángel. Arrancaron la campa grande con destreza sin ninguna dificultad, impulsando el yugo en varias ocasiones hasta que empieza a dar vueltas. Allí estaban por si algo fallaba, para echar una mano, Jonatan y Tiburcio, los quintos del año pasado. Se les notaba el aprendizaje que el año pasado 2009, como quintos del próximo año, habían realizado. Yo los vi a ellos, a María, Judith y Bárbara: cómo el año pasado echaban tiempo, paciencia y dedicación para aprender a tocar las campanas, y sobre todo, al delicado momento de su arranque. Si bien es cierto que todos ellos, y en particular los que siempre han vivido en Bercial, no se han perdido ni un solo año desde niños de subir a ver o a tocar las campanas. Yo, que soy un testigo excepcional de la corta trayectoria vital de varios de estas quintas/os, he tenido la suerte, por ser padre de uno de ellos, de recoger muchos de los momentos importantes de su vida. De mi María, por ejemplo, desde el mismo día de su nacimiento, en fiestas, cumpleaños, carnavales o en la escuela. Y por supuesto, desde bien pequeños, tengo en mi archivo fotografías en las que se puede ver momentos muy entrañables de estos jóvenes hoy, niños ayer: en el campanario, observando con su mirada curiosa, fijas sus pupilas en el voltear de la campana; admirando el esfuerzo de los mozos que las tocaban hasta que llegaba, cuando esto sucedía, el instante crucial de “caparla”.

Siempre he tenido curiosidad por saber cómo se sentían las campanas en pueblos como Barromán o Mamblas, a los que seguro, en función de la intensidad y dirección del viento, todos los años les llegan nítidos los sonidos del repicar de campanas que durante horas han escuchado, generación tras generación, de forma interrumpida, los días dos y tres de febrero.

A las cinco de la tarde los quintos/as dejan de tocar las campanas y bajan a la iglesia para asistir a la celebración de las vísperas. Pero su retirada momentánea del campanario, no quiere decir que se deje de tocar; las campanas siguen sonando durante toda la ceremonia, sonido que se puede escuchar desde el interior de la iglesia y sirve como acompañamiento y sintonía de fondo durante todo el tiempo que duran los actos de las vísperas. Después de finalizar el acto, los quintos colocan sobre las andas el pañuelo blanco, situándolo en el lugar que a cada quinto (cuando son más de cuatro) le ha tocado ocupar en el sorteo que entre ellos se hace para sacar el Santo en la parte delantera. Este año decidieron por unanimidad que en el sorteo de la parte delantera sólo participaran los quintos que viven en Bercial. Los que se sitúan en la parte de delante serán los que tienen el “privilegio”, cuando salen con el santo por la puerta del Sur, de aparecer los primero ante el pueblo. El sorteo se hace con una baraja de cartas, los que sacan los dos primero reyes, portarán las andas del santo en la parte delantera. María, con un gesto de generosidad, propone a los reunidos que, en el caso que le toque a ella sacar el Santo en el primer lugar, cederá el lugar a su primo Francisco. Al final, como pudimos ver el día San Blas, la suerte recayó en Francisco y Bárbara.

Terminado el acto religioso, y decidida la suerte del lugar que le corresponde a cada quinto para sacar el Santo, los jóvenes quintos/as suben de nuevo al campanario, y con nuevos bríos retoman el toque de campanas. En el primer momento, y guiados por un experto tocador como Juanjo García, ponen en práctica el toque de campana en sentido contrario al habitual: impulsando la cabeza de norte a sur. Esta modalidad implica una serie de cambios en la forma de colocarse junta a la ventana; contorsionando el cuerpo y mirando en dirección a Madrigal, se cambia de mano, el que tocaba con la derecha, ahora tocará con la izquierda, y el que tocaba con la izquierda, lo hará con la derecha.

Después de un buen rato tocando sin cesar, los quintos/as, jóvenes y “mozos”, con acompañantes como: Juan Antonio Conde, Mario Velázquez, Saúl García, Salvador Arenas, Dani Arenas, Pablo Velázquez, David Pérez, los futuros quintos del 2014 y 15. En torno a las seis y media de la tarde llega el relevo de los mozos curtidos en años de experiencia en el toque de campanas como los hermanos García Redondo, Julio, David y Carlos; los hermanos Barrios, Gustavo y Jesús, Iván, y su primo Víctor, componentes todos ellos de la peña “La última Generación”, y los de la peña el “KaosTotal” de Fernando Coca, Juan Carlos Rodríguez, Juan Carlos García; y a ellos, se suman algún que otro carroza como Urbano Velázquez, Fabio Arenas, Salvador y Julián Arenas, Mariano, Alfredo y el que suscribe estas palabras como redactor gráfico del momento, relator de este acontecimiento, plasmando en imágenes las estupendas y únicas instantáneas que este año he tenido el privilegio de captar con mi cámara.

De verdad, no es por nada, pero estando arriba, cerrando los ojos, o bajándome a bajo sin saber quienes están tocando las campanas, de inmediato, en cuanto los mayores, las viejas glorias se ponen a tocar, de forma automática cambia el ritmo, el sonido, la cadencia en el movimiento. Es fácil saber cuando tocan unos u otros. En este caso, como se demuestra, la experiencia es punto importante, pues con los años se va adquiriendo destreza en el manejo de la campana. Como ejemplo, se puede observar este año en el reportaje que presento en la pagina, una imagen que vale más que mil palabras. Donde se ve a David García, en la expresión de su rostro, el gran esfuerzo y aporte de energía que hay que emplear en el turno que le corresponde a cada pareja para tocar, y el esfuerzo que supone llegar a conseguir el objetivo de que la campana, por unos instantes, deje de tocar. En las vísperas del año 1995 se batieron todas las marcas (de las que nosotros teníamos noticias) tocando de forma interrumpida las campanas el día de las vísperas. Ese año de referencia se tocaron las campanas hasta las 22:30 horas de la noche. Pues bien, este año 2010, quince años después, se ha superado esa marca. Las campanas han estado tocando desde la 16:00 horas del día 2 de febrero, hasta las 00:30 horas del día 3. Sólo me queda decir, chapó y ¡Vivan los quintos y quintas de 2010!

Otra de las imágenes curiosas y meritoria en sí misma, para ser reseñada, es ver tocar a Urbano Velázquez Con sus cincuenta años bien cumplidos, toca el solito la campana, a dos manos, y con su estilo peculiar. Para tocar así la campana hay que tener esas manos que tiene él, su fuerza, su voluntad. Había que verle como yo le visto tocar, entre los veintitantos y treinta y tantos año. Con esas manos toscas, callosas, con sus enormes muñecas de hombre curtido en los trabajos del campo. Hay que ver cómo volteaba la campana con qué destreza, impulsándola con todo su cuerpo y concentrando toda su fuerza en sus portentosas manos sobre el yugo, hace volar a la campana, como si dos personas la estuvieran tocándola. Todos los años cuando regresa a Coslada se lleva en las manos el testimonio físico, la prueba del toque de campanas en forma de heridas, “rozones” y mordeduras (él y todos los que la hayan tocado) como testimonio de su paso por el campanario. Claro, hoy le sucede esto porque sus manos han cambiado, son distintas; son manos urbanitas, más refinadas, acostumbradas a otros trabajos. Y de su fuerza de hoy, bueno que decir: la edad es la edad, que nos lo pregunte a todos los que pasamos de los cincuenta. Pero lo fundamental es que mi amigo Bano, ahí sigue, en la brecha, y en compañía de otros, como Bercialeño, haciendo y dando vida al pueblo con su presencia. Por eso sale todos los años en la foto, porque se mueve y participa, porque es ejemplo y testimonio vivo para que su hijo Pablo y todos los de su generación tomen el relevo como quintos del 2014, para que la fiesta continúe celebrándose y en el fututo.

Un Saludo.

Bercial de Zapardiel, 24 de marzo de 2010