Este era, y es, el lugar preferido por los de
Blascosancho para ir a pasar una tarde o un día al
río. Por estas orillas todos hemos estado de merendilla, chapuceando y comiendo buenas "tajás" de longaniza y suculentos torreznos. Siempre que
paseo por aquí no puedo evitar que venga a mi olfato esos olores a
matanza que tan bien sabía cuando la comías en este bello paraje, bueno ¿y cuando no sabe buena la matanza?; y siuento en mi garganta el regusto a manteca.