Tras la toma de
Toledo, en 1085, por Alfonso VI, comenzó la repoblación de la tierras del Alberche por gentes procedentes del norte, incentivadas por la concesión de derechos y privilegios, al tiempo que se iban construyendo
ermitas,
iglesias y
monasterios en las proximidades de los núcleos de población.
En 1150 se levantó el
monasterio de Valdeiglesisas, levantándose por aquellas mismas fechas las iglesias de
Santa María de El Tiemblo, Santa María de Tórtoles y, en
Burgohondo el monasterio de canónigos regulares de
San Agustín, confirmado al Obispo de
Ávila en 1178, teniéndose constancia en 1196 de la
compra de una
casa para dicho monasterio.
Tras la fundación de este monasterio, el proceso de repoblación en torno suyo experimentó un gran crecimiento. Esta
colegiata-abadía pasó a ser del Real Patronato, gozando desde el principio de numerosas prerrogativas, privilegios y exenciones, concedidos por reales cédulas, llegando a ejercer enorme poder civil y jurisdiccional sobre el concejo de Burgohondo.
En 1275 el rey Alfonso X el Sabio otorgó a Burgohondo Privilegio de Heredamiento, uno de los hechos de mayor trascendencia histórica para todos los lugares que constituyeron el concejo del Burgo.