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CANDELEDA: LA “PATATERA”: UNA MORCILLA MUY NUESTRA...

LA “PATATERA”: UNA MORCILLA MUY NUESTRA

Hace pocas fechas un medio extremeño de información escrita, incluía un artículo que más o menos venía a decir que la célebre morcilla patatera cacereña es una “invención judía”, es decir, de los judíos del norte de Cáceres.
Lo de invención me parece bien, pues puestos a inventar, se pueden inventar las noticias que se nos pongan por delante.
A mi lo que realmente me duele, es que este tipo de noticia se publique sin más: no se constata su fundamento, no se ahonda en las situaciones históricas de cada época y, por último, se desprecia sistemáticamente todo lo que puede oler a español, Una verdadera pena.
Pero por lo menos caros lectores, permítanme que les haga una breve defensa de lo que expongo.
-a) Toda aquella persona que haya leído algo sobre el “Judaísmo” deberá saber que la religión hebrea prohíbe comer carne de cerdo. Es más, la citada religión prohíbe en absoluto utilizar la sangre y las vísceras de ningún animal para nada, y menos para cocinar. Y menos el cerdo.
-b) Los productos traídos de América, como la patata, la judía, el pimiento, etc., se empiezan a introducir y a utilizar a principios del siglo XVIII. Puede que el pimiento y su derivado, el pimentón, ya se utilizase en el siglo XVII (en el XVI de forma muy restringida). Pero la patata no. Este producto, en un principio, se utilizaba como alimento para el ganado.
-c) A partir del reinado de los Reyes Católicos, se inicia un lento pero inexorable abandono de España de judíos y moriscos, de tal forma que en los siglos XVII/XVIII en ninguna provincia española había judíos, ni moriscos. Es cierto que muchos se convirtieron al catolicismo (los conversos), pero también sabemos que de forma secreta ellos seguían practicando su religión. Razón por la que no podían consumir ni sangre, ni vísceras, ni productos del cerdo. Así de sencillo.
Por esas razones, queridos lectores, tanto la célebre morcilla patatera, de Cáceres, como la célebre morcilla de calabaza de toda la Vera cacereña y abulense, ambas riquísimas y excepcionales, como cualquier morcilla mondonga, o de guisos similares, requieren para su preparación tres productos esenciales: grasa de cerdo, patata o calabaza, y pimentón (de la Vera, claro). En otras morcillas, la mondonga o de sangre, también de la sangre del animal sacrificado. Y hasta hace poco tiempo, en todos los casos, las vísceras de cerdos o rumiantes para embutir el guiso obtenido.
Y además, claro está, disponer de las ingentes manadas de cerdos ibéricos (y si no se puede pues blancos), que siempre han tenido los pobladores autóctonos de Iberia.
Ramón Lorente De la Luna