Finalmente el gobernador ordena que Blas sea ahogado en un estanque. Pero entonces se ve al santo caminar sobre las aguas; los paganos que intentan hacer lo mismo se ahogan todos. Un ángel pide entonces a Blas que regrese a tierra y sufra allí el martirio. El santo obedece: es colgado de un poste, lacerado con rastrillos de cardar, y después decapitado.