los sobrados eran antiguamente los depósitos familiares de la harina.
Las
familias debieron de hacer esta conversión en sus propios hogares, cosa que les debía de llevar horas de trabajo. Para ello empleaban
molinos hechos en
piedra, de reminiscencias
romanas. Estos molinos, posteriormente se han venido utilizando para moler las garrobas y preparar el pienso para el
ganado; se encuentran en muchas de las
casas de estos lugares abulenses arrinconados en las
cuadras o en los
pajares. Muchos de ellos enterrados entre los enseres antiguos, olvidados.
las muelas desgastadas pues en sus principios, el grosor de ellas era de unos doce a quince centímetros. En la base de la muela tenían dos hendiduras donde se incrustaba una madera, que además tenía un orificio donde se introducía por el vástago central, de hierro. La muela tenía en su centro un orificio, más ancho que el diámetro del vástago de hierro y que servía también para echar el grano entre ambas piezas. El vástago o guía de hierro, estaba introducido en la base del
molino y en su centro, sujeto con plomo; en esta base cilíndrica hueca se practicaba un agujero por donde salía la harina.
La parte superior de la muela presentaba tres orificios donde alternativamente se colocaba la vara, sujeta a su vez en la parte superior. La acción de moler se llevaba a cabo al mover por medio de dicha vara, la muela en forma giratoria. Debajo de la pieza de madera se colocaba una goma a fin evitar rozaduras en la parte donde estaba incrustado el vástago. No obstante con el tiempo la muela, a causa del constante roce con la base iba mermando su anchura poco a poco. En un principio el ajuste entre la muela y la cuna era perfecto, pero lógicamente a medida que las horas de empleo avanzaban en el tiempo, las holguras se dejaban notar.